¿Quién lee el manual de instrucciones?, por Victorino Muñoz

 A menudo se nos critica, sobre todo a los hombres, porque no leemos antes el manual de instrucciones de algún aparato, sino que lo echamos a un lado sin mirarlo. Es verdad, no lo consultamos; pero no deberían criticar, sino más bien comprender.

De hecho, quienes censuran esta decisión de manera apresurada, demuestran que nunca han tratado de leer un texto de esos. Y es que apenas intentarlo se darían cuenta de la verdad.  He aquí, pues, las razones por las que no sirve de nada revisar el manual:

– Porque una parte de la información se limita a lo obvio. Por ejemplo, en el dibujo o diagrama aparece una flecha con el número uno y la leyenda “botón de encendido y apagado”. Y al leer la lista de ítems la explicación que nos dan es: úselo para encender y apagar el aparato (por si no había quedado claro).

– Porque, por otro lado, la información que necesitamos no aparece explicitada. Es el caso de situaciones como: “este es el sensor del blitzbroomg. La luz indica si el blitzbroomg está funcionando”. Podemos leer el manual del principio al final, incluso ir a la página web del fabricante: en ninguna parte te van a decir qué es el blitzbroomg, para qué sirve, qué pasa si no enciende la luz. Lo peor de todo es que, cuando no encienda la luz del blitzbroomg, nos vamos a preocupar, aunque no sepamos nada.

Otras informaciones que se suministran son del tipo:

– “Esta es la entrada del klatmitz. No debe usarse a menos que sea necesario”. Uno se pregunta para qué se lo dicen entonces, para qué la pusieron y cuándo es necesario. Nuevamente: no sabe, no responde.

– No intente abrir el equipo… pero, ¿cómo, si no tiene tornillos?

Una de las peores cosas que nos suceden con los manuales de instrucciones, y que definitivamente ignoran quienes los editan, es que las personas después de los 40 años sufrimos de un problemita de la vista, que nos impide leer esas letras tan diminutas.

Yo sospecho que el manual fue hecho por expertos en el asunto (los ingenieros que fabrican y diseñan la cosa), pero que nunca van a operar el bendito aparato. Además, como seguramente conocen su funcionamiento, tampoco necesitarían instrucciones.

A nosotros, los usuarios, mortales comunes y corrientes, solo nos queda vivir entre el ensayo y el error, con un poco más de error que de ensayo. Y que la suerte nos acompañe, si es que tal cosa existe cuando de aparatos electrónicos se trata.

del mismo autor