Cardoso también es hijo de Dios. Es dueño de un pedazo de Oporto. No es exactamente el propietario, pero regenta un “estacionamiento”. Hay un parquímetro, pero Cardoso señala las lugares libres y guía a los conductores cuando estacionan con sus coches. Acepta unas monedas por este trabajo, pero cuando ayuda a distraer a los inspectores que quieren poner multas, gana un poco más.
Solía sentarse en una mesa de la terraza de un restaurante frente a la calle. Pero un día el dueño del restaurante le echó. No sé por qué. Pero sí sé que se sintió herido en su dignidad, según me contó. Herido hasta el punto de que después de eso ni siquiera aceptaba agua del restaurante.
Cardoso trabaja allí de domingo a domingo. El trabajo no le ocupa todas las horas del día. Hace pausas para comer. Y ahora me he dado cuenta, por un anuncio que publicó en una columna, que también se toma vacaciones.
El acomodador de carros Cardoso se va de vacaciones desde el 22 de agosto hasta el 4 de septiembre. Por lo tanto, no se va a encontrar en su local de trabajo durante este período.
Agradezco que no quiten los anuncios
Cuando anunció las fechas de sus vacaciones, hizo un gesto sobre su regreso. El anuncio hace saber a sus clientes que, aunque no esté esos días, volverá. De este modo, conserva su fidelidad, y de este modo, también rechaza a posibles candidatos a su regencia.
Ese es su trabajo. Se gana la vida con ello, y también unas copas. Algunos le llamarían trabajador autónomo. Pero no creo que él lo vea así. Puede que no conozca la vida de sus clientes, pero los reconoce, y ellos a él. Yo no soy su cliente porque no tengo carro. Pero le reconozco. Y él me reconoce a mí. Hay una relación, a través de su presencia él alimenta mi dignidad y yo la suya. Creo que eso es también lo que Cardoso buscaba cuando anunció sus vacaciones. Quería explicar que, aunque no esté allí, piensa en nosotros, y nos dice que volverá.
Me gustará mucho volver a verle allí, y ver su sonrisa cuando me reconozca. Es algo hermoso, que no se perdió ni siquiera cuando el dueño del restaurante le echó. Eso fue algo feo. No se debe dañar la dignidad de ningún trabajador, y su dignidad ahí está, en su anuncio de vacaciones. Cardoso es alguien.
Alfredo Behrens es doctor por la Universidad de Cambridge, profesor de estrategia y cuestiones interculturales en la escuela de negocios FIA de São Paulo y para Harvard Business Education.
Algunos de sus libros pueden adquirirse en Amazon.
ab@alfredobehrens.com