Dibujo de portada de La Domenica del Corriere, de 3 a 10 de septiembre de 1911
Era un lunes aquel 21 de agosto de 1911 en París y como la mayoría de los museos, el Louvre estaba cerrado.
Vincenzo Peruggia, inmigrante italiano de 30 años, había trabajado allí en 1910 instalando la puerta de vidrio que protegía la obra de Leonardo da Vinci, que mide 53 cm x 77 cm. Tenía el uniforme blanco de los empleados del museo y sabía cómo estaba fijada la pintura en el marco. El lugar tenía un sistema de seguridad dudoso y pocos guardias; entrar y salir con la obra maestra no requería para él ningún plan grandioso o audaz. No era un conocedor de arte, ni un ladrón especializado: escogió la «Mona Lisa» en parte por su tamaño…
No fue sino hasta el martes cuando notaron el hurto.
¡Se desató un escándalo en todos los diarios del mundo!
La policía empezó la investigación y el museo permaneció cerrado durante una semana en medio del escándalo. Y no crean que el gran alboroto fue por tratarse de la pintura más famosa del planeta. Todo lo contrario: la pintura se hizo famosa gracias al robo. Muchísima gente acudía al Louvre solo para ver el espacio vacío desde donde la mujer del siglo XVI solía mostrar su enigmática sonrisa.
Los rumores seguían creciendo. ¿Sería un chantaje? ¿Pedirían rescate por la obra? El tiempo pasaba y ¡nada!
El joven pintor Pablo Picasso y el poeta Guillaume Apollinaire, ambos convencidos de que se debían quemar los museos para dar paso al arte nuevo, fueron interrogados infructuosamente. No estaban involucrados ni tenían idea del asunto.
Por más de dos años no se supo nada de «La Joconde», como le llaman los franceses. Fue recuperada el 10 de diciembre de 1913, cuando Peruggia se la entregara a un anticuario de Florencia y fue atrapado.
La motivación sigue siendo un misterio. ¿Venderla quizás al mejor postor? ¿Sacarle copias y venderlas como originales a distintos coleccionistas que guardarían el secreto por ser una obra robada?
Según Peruggia, él solo quería devolverla a Italia donde realmente pertenecía esta joya.
El ladrón fue condenado a un año y 15 días de cárcel, que luego se redujeron a 7 meses y 9 días pues empezaba la I Guerra Mundial. Por cierto, curiosamente Peruggia había nacido un 8 de octubre, día en que también murió cuando celebraba su 44º cumpleaños.
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