El lenguaje médico ha trascendido más allá de los ámbitos clínicos y hospitalarios. Es muy común escuchar a la gente utilizar vocablos e incluso diagnósticos con o sin veracidad, pero siempre sin propiedad.
Es así́ como hemos escuchado alguna vez a alguien refiriéndose a otra persona como “histérica” o “neurótica” sin saber de qué se está hablando.
Uno de esos “diagnósticos” actualmente comunes es el de bipolaridad. Algunos son muy ligeros a la hora de etiquetar personas. No porque alguien que amanezca con la espalda desarropada una mañana y se comporte groseramente y el otro día, su actitud sea distinta, califica como bipolar.
La bipolaridad es algo serio e implica un padecimiento grave y crónico que va más allá de un carácter cambiante y explosivo.
El TAB (Trastorno Afectivo Bipolar) es un trastorno del humor o del estado ánimo que cursa con episodios de alegría extrema, euforia y comportamiento extravagante, con aumento de la velocidad del pensamiento e ideas de grandeza, poca necesidad de sueño, desinhibición y aumento de la actividad sexual, además de exaltación motora hasta llegar a la manía, para luego de un período de calma presentar un cuadro totalmente opuesto de tristeza o depresión, inhibición psicomotriz, pensamiento lento, falta de motivación y pesimismo, insomnio, ausencia de apetito y de deseo sexual, pensamientos de muerte e ideas suicidas.
El intervalo entre una fase y otra puede ser semanas, meses y a veces años. Hay pacientes que pueden virar de un fase a otra en el mismo día y a estos se les llama cicladores rápidos. Además de los síntomas mencionados se pueden presentar alucinaciones y trastornos severos del pensamiento, como ideas delirantes y las más comunes de contenido megalomaníaco, es decir ideas o creencias de superioridad y grandeza, en la fase maniaca o de culpa excesiva o exagerada, incluso respecto a un hecho ocurrido fuera del contexto del enfermo, en la fase depresiva.
En la mayoría de los casos el bipolar conserva su inteligencia y el deterioro afectivo, intelectual y social es mínimo comparado con la esquizofrenia.
Cuanto más rápido y mejor es atendido el individuo, el deterioro es menor, no es una enfermedad incapacitante per se y algunos han sido hasta presidentes de su país y otros escritores famosos que han ganado premios Nobel.