Las revistas que inundaban la sala de mi casa durante la infancia fueron factor decisivo en lo que serían mis aficiones e intereses. La moda fue una de ellas, no por aquello de la apariencia sino por todo lo que está detrás de esa actividad, que va desde el acto creativo hasta su vinculación con la historia y la psicología social, así como la del individuo.
Esa lectura, que se ha convertido en algo compulsivo porque la información es mucha, me obligó a detenerme en la noticia que anunciaba la muerte de una mujer amante de los accesorios, del color y del arte que se despedía para siempre sin bombos ni platillos. Me refiero a Iris Apfel, quien en sus casi 103 años dio muestra de lo que realmente significa el estilo y la decoración. Para ella no era un asunto de tendencias o de estar o no a la moda. Iris iba más allá. Para ella la moda era el poder de la comunicación, su manera de relacionarse. Hablaba a través del arte textil y de la creación de accesorios.
Iris Apfel creció en los tiempos de la gran depresión, y quizás esas circunstancias marcadas por la escasez, influyeron en su capacidad de dar valor a las cosas, de saber invertir, de reconocer lo bueno y en no darle importancia a las opiniones adversas, carente de verdaderos fundamentos.
Como otros personajes de la industria de la moda y del diseño, basó su fama en el trabajo. Junto a su esposo Carl Apfel fundó Old World Weavers, una empresa que vendía y restauraba textiles, que los llevó a viajar por el mundo y estar presentes en importantes ferias. Ese observar objetos, tocarlos, compararlos, investigarlos hizo que tuviera un especial ojo para reconocer aquello que estaba fuera de lo común.
Gracias a ese sentido tan especial donde lo excéntrico y lo kitsch obedecían a un verdadero sentido estético hizo que estuviera presente en el MET, en una exposición vanguardista que se llamó Rara Avis: Selecciones de la colección Iris Apfel.
A su despedida definitiva deja, no solo una excepcional colección donde el color, el volumen y las formas se mueven como pinceladas profundas y voluptuosas en un lienzo, también nos deja su filosofía de vida, marcada por una existencia disfrutada hasta el último minuto y un sentido arbitrario que se sustenta en el conocimiento y en estar capacitada para comunicar a través de su propio lenguaje.