
El vuelo de British Airways aterrizó en Maiquetía justo a las ocho de la noche, quizás para hacerle honor a la famosa puntualidad británica. Amy y sus músicos son los últimos en bajar del avión. No quiere mucho alboroto. Luego, echando bromas entre ellos llegan al hotel justo a las once de la noche.
Amy no sabe exactamente en qué país está, su cuerpo hace rato que está un poco extraviado. Insiste en que quiere salir y conocer la ciudad. El equipo de producción de su concierto en el Poliedro intenta persuadirla de que salir a esa hora en Caracas es una locura, que la ciudad es muy peligrosa.
Un par de horas después está en plena Avenida Baralt, donde la noche es pendenciera, sublime y decadente. El perrero la mira y dice: “a esta flaca búscale más bien una arepa e cocodrilo”. Amy sigue sin saber dónde está.

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