Dama de noche,
por José Manuel Peláez
Cuando vi el mensaje de Cristina citándome para esa tarde a las 18:00 pensé inmediatamente en Manolo, su hermano, al que había perdido de vista hacía unos meses y con el que me gustaría volver a compartir muchas cosas.
Cristina me condujo hasta el patio interior, una especie de jardín botánico en miniatura. Manolo no estaba ni iba a aparecer, pero sí había pasado hacía unas semanas y le había dado instrucciones precisas para que yo acudiera el día y hora señalados.
Dos cosas me intrigaban: primero ¿qué era de la vida de Manolo? ¿qué estaba haciendo? ¿pensaba volver o no? ¿cómo se encontraba? y, segundo, qué pintaba yo ahí en aquel momento. Cristina respondió sonriente que poco podía decirme de su misterioso hermano, pero ella creía que estaba bastante bien, simplemente se había quer...






