En un selfie,
por José Manuel Peláez
Me ocurrió hace poco algo que me dejó pensativo. Recibí el selfie de un antiguo compañero de estudio acompañado de su esposa y otras dos parejas conocidas comiendo alegremente en un nuevo restaurant y compitiendo por ver quien mostraba la sonrisa más cautivadora. Comenté lo bien que se veían y me olvidé del tema.
Dos semanas después, me encontré con mi amigo por la calle y apenas le reconocí. Los hombros hundidos y los ojos casi muertos hablaban de un descenso a los infiernos contrastante con aquella maravillosa sonrisa del selfie.
Mi amigo me confesó que unas horas antes de esa reunión se había enterado de que su mujer tenía un “asunto” con uno de los “amigos” que aparecían en la feliz imagen. Aturdido como estaba por la noticia, llegó a la reunión por inercia y también por inercia ...






