Gente que Cuenta

Don Mario – José Pulido

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Mario Briceño Iragorry

La guerra de Independencia saturó los campos de guerreros desocupados, que le cogieron el gusto a decidir por la fuerza cualquier querella. Aquellos caudillos en flor, prolongaron sus influencias hasta convertir el continente en una fábrica de dictadores, que transformaban en malas palabras los términos más nobles, porque se autodenominaban demócratas, defensores de la libertad y salvadores de la patria.

En las dictaduras de Gómez y Pérez Jiménez, una cierta vergüenza cívica agitaba a hombres y mujeres de mentes inquietas, que buscaban una salida hacia la luz. Leían a Proust, leían Los Miserables, de Víctor Hugo, leían a Rimbaud y tenían que vivir como si no supieran leer. Muchos de esos ciudadanos murieron de angustia, aunque fingieron que se morían de paludismo, de tuberculosis o de infartos, como cualquier mortal.

Eran los ciudadanos de la transición entre la época en que unos pocos gobernaban a juro a una mayoría y la época en que parecía posible construir un proyecto de democracia, donde las instituciones no fueran burdas prolongaciones de poderes antipopulares, sino estructuras sanas al servicio de la gente. Ciudadanos de la transición que terminaron oxidados por el soplo del olvido, debido a que la democracia parece un sueño eterno.

Para muchos, Mario Briceño Iragorry es una escuela primaria, un liceo o una plazoleta perdida en los confines de un pueblito sin río

El gran hombre de la transición fue Mario Briceño Iragorry. Él vivió la metamorfosis de un funcionario de los años dictatoriales, que comenzó a promover una búsqueda de justicia. En una Venezuela donde los poderes públicos y privados siempre han sido de “mírame y no me toques”, tuvo la valentía de criticar, directa y crudamente a todos los estamentos de poder.

Mario Briceño Iragorry no es otra cosa que un tigre dormido, una fiera que se despierta con apenas pasarle la mano a una sola de sus páginas. Para muchos, Mario Briceño Iragorry es una escuela primaria, un liceo o una plazoleta perdida en los confines de un pueblito sin río.

Por ello su nombre se usa en masculino o en femenino, dependiendo de la relación que haya tenido la persona con uno de esos planteles: “yo estudié en la Mario Briceño Iragorry”, “Saqué el bachillerato en el Mario Briceño Iragorry”. Casi nunca se dirá “Nos vemos en la plaza Mario Briceño Iragorry”, porque generalmente a los bustos se les caen los nombres y la gente se acostumbra a no saber cómo es que se llama ese señor, que no debe ser muy importante porque si lo fuera estaría montado en un caballo.

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José Pulido
Poeta, narrador y periodista venezolano. (Villa de Cura, Aragua, 1945). Reside en Génova, Italia. Fue director de varias revistas culturales y páginas de arte de los diarios venezolanos más importantes de los 80 y 90. Entre sus poemarios, Los poseídos fue Premio Municipal de Literatura 2000 . Tiene libros de cuentos , entrevistas y biografías , además de 8 novelas . Una de ellas ,El bululú de las ninfas (2007) fue Premio Miguel Otero Silva . Sus poemas están publicados en antologías de lengua española e italiana. Es finalista del premio internacional de literatura Pilar Fernández Labrador 2021, de Salamanca,España.
Jipulido777@gmail.com

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