Gente que Cuenta

El asado negro de Leticia – Soledad Morillo Belloso

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Lo sirves en una bandeja bien bonita y lo acompañas con un arrocito bien blanco y unas tajadas con quesito blanco rallado…

Yo creo que en los fogones y calderos está buena parte de lo que somos como seres humanos. Eso aparece como leit motiv en mis cuentos y novelas. Mis personajes cocinan y comen. Así, como narro a seguir, la Leticia de mi “Eufemia” prepara su asado negro.

“… Lo preparó con sus propias manos, usando la receta que su abuela Corazón le había enseñado:

– Mira, muchachita, ¡pon cuidao! Para preparar el asado negro necesitas un muchacho redondo de kilo y medio más o menos. Necesitas además una taza y media de aceite de maíz, una taza de papelón rallado, una cebolla grande cortada en cuadritos pequeños, tres cabezas de ajo machacado, un kilo de tomates maduros, media taza de vino tinto, una pizca de sal y pimienta negra recién molidita. Escucha bien. La noche anterior, agarras el muchacho y lo limpias dejándole parte de la capa de grasa. Lo sobas bien con los ajos machacados y la sal y la pimienta. Luego lo bañas con el vino tinto, y entonces lo cubres y los dejas dormir toíta esa noche en la nevera. Al día siguiente calientas muy bien el aceite en un caldero y le agregas el papelón. Papelón, no azúcar, que no es lo mismo ni sabe igual. Cuando está bien oscuro, sellas la carne con esta mezcla hasta quedar prácticamente negra. Aparte cortas las cebollas en cuadritos chiquitos, pasas los tomates por agua caliente para quitarles la piel, les quitas  las semillitas y los picas en pedazos no muy chiquitos.

Entonces agregas las cebollas al caldero, las dejas transparentar y agregas los tomates, con un poco de agua. Le pones su poquita de sal y su poquita de pimienta. Lo tapas y lo dejas tapaíto hasta que el muchacho esté tierno. Si ves que se va secando, le agregas más agüita. Cuando esté listo lo dejas reposar antes de cortarlo. Y luego lo sirves con mucho orgullo, que el asado negro es como la gente, exige respeto. Mira, muchachita, no hay quién resista la tentación de comer un buen asado negro. Lo sirves en una bandeja bien bonita y lo acompañas con un arrocito bien blanco y unas tajadas con quesito blanco rallado…”

En la próxima entrega, Los buñuelos de Pensamiento.

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Soledad Morillo Belloso
Escritora, novelista, cuentista, ensayista, periodista, articulista.
soledadmorillobelloso@gmail.com
@solmorillob

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