Fue por alimentos y petróleo que Hitler lanzó la Operación Barbarroja, la invasión de Rusia.
El ejército nazi estaba a las puertas de Moscú que resistía, pero que podría caer en cualquier momento. Sin embargo, el ejército ruso desató una inesperada contraofensiva en Moscú que cambió el rumbo del frente nazi en Oriente.
¿Cómo pudieron los rusos, ya hambrientos, llevar a cabo esta contraofensiva?
Ahí es donde entra un alemán que adquiere una dimensión inesperada. Richard Sorge, en Tokio, era un espía alemán de los rusos. Sorge debió parecer encantador, al menos para la esposa de su profesor de ciencias políticas. Ella cedió a los encantos de Sorge, explicando que cuando lo conoció: “Fue como si un rayo me atravesara. En ese segundo despertó en mí algo que había estado dormido hasta ahora, algo peligroso, oscuro, ineludible…”
En cualquier caso, resulta que la principal misión de Sorge en Tokio era informar a los rusos si Japón tenía la intención de atacar la Unión Soviética. Pero, las andanzas de Sorge en Tokio fueron muchas y desde Tokio Sorge informó que Hitler estaba preparando la invasión de Rusia. Stalin no lo escuchó, y ahora tenía a los nazis al cuello.

La foto es de 1940
A los 44 años murió ahorcado en Japón
Fue cuando Stalin, que ya estaba hambreado por los Nazis, cuando Sorge le informó que los japoneses planeaban atacar en el Pacífico Sur y no en Rusia. Esta vez Stalin no pudo evitar escuchar a Sorge y trasladó a Moscú varias divisiones del ejército ruso que protegían su frontera oriental.
Fue con esos refuerzos que los rusos infligieron en Moscú la primera derrota estratégica de los nazis. La información proporcionada por Sorge, que permitió que las tropas rusas fueran liberadas del frente oriental, a menudo se considera el trabajo de inteligencia militar más importante de la Segunda Guerra Mundial.
¿Alguna vez se preguntó a dónde habría ido la historia si Sorge hubiera sido ignorado por Stalin una vez más?

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ab@alfredobehrens.com