Cuando la máscara me pidió que presentara un resumen de mi existencia predecible, respetuosa de todo lo que el incuestionable interés colectivo impone a cada uno de nosotros, no supe qué decir. ¿Qué podría decir que la computadora no supiera ya? Soy el número de identificación fiscal anónimo, el resumen de tantos otros resúmenes, limitado a una existencia resumida, a los que nunca pensé poder resumir y vivo repitiendo conceptos que ni en sueños creo poder cuestionar, sí, podría agregar. ¿Que la computadora no lo sabía ya? Pensé, temiendo que se me escapara alguna palabra que confirmara que la computadora sabía más sobre mí de lo que jamás pensé que podía saber.
Retorcí y retorcí mi lengua buscando la palabra servil que rompiera brevemente la rigidez de la máscara, y de repente, mirando a través del ordenador, una frase breve, seca como paja tendida bajo el sol de verano, una voz que venía de no sé dónde me hizo comprender que la talla de zapato nunca serviría para el empleo.