Las fibras alimenticias son como un tejido invisible en nuestro cuerpo. No las vemos, pero su presencia es crucial para nuestra salud. Imagina que cada bocado que tomamos es un hilo que se une a este tejido. ¿Qué sucede cuando no consumimos suficientes fibras? El tejido se debilita, y nuestras raíces (nuestro sistema digestivo) luchan por mantenerse unidas.
Las fibras conectan los alimentos que ingerimos con nuestro sistema digestivo. Las fibras insolubles, mantienen las heces en movimiento, evitando el estancamiento. Así́ que, la próxima vez que comas una manzana crujiente, imagina que estás construyendo un puente dorado en tu intestino.
Absorben el exceso de colesterol y azúcar en la sangre, como si estuvieran limpiando una pizarra. Visualízalas como pequeñas esponjas que flotan en tu torrente sanguíneo, atrapando lo que no necesitas y dejando espacio para lo esencial.
Para tejer la salud con fibras e incorporarlas en nuestra vida diaria te sugiero consumir entre 25 a 30 gramos diarios. En caso de que estés transitado por una inflamación intestinal disminuye el consumo de 10 a 15 gramos diarios de fibra blanda. Recuerda que la fibra es más efectiva cuando se combina con suficiente agua y actividad física.
Desayuno con textura: nueces, almendras u otra semilla seca y frutas en tu desayuno, o como merienda a las tres de la tarde, es como tejer una bufanda cálida para tu sistema digestivo.
Verduras en el plato: Llena la mitad de tu plato con verduras, de preferencia de color verde. Cada bocado es un punto en tu tejido invisible.
Así que, querido lector, no subestimes el poder de las fibras alimenticias. Son el tejido que nos mantiene unidos, invisibles pero esenciales. ¡Teje tu salud con cada bocado y deja que tu cuerpo florezca como un jardín en plena primavera!