Gente que Cuenta

Un escritor perdido,
por Getulio Bastardo

Matematicas Atril press
“No se le conocía esposa, novia o amante. Solo daba clases y escribía…”

Estaba casado con las matemáticas. Daba clases en todos los cursos del liceo, del primero al quinto año. Sus clases no eran aburridas y todo el mundo lo entendía; hacía de las ecuaciones un juego divertido de equis y zetas ocultas.
Estaba casado con las matemáticas pero tenía una amante escondida, las letras. Le gustaba escribir, escribía sobre cualquier cosa y todos los días.

Vivía solo en una habitación repleta de libros de matemáticas y literatura. Vestía sobriamente de gris o negro, siempre con un saco del mismo tono de gris o negro.
Era puntual en su horario y sus clases siempre terminaban unos segundos antes de que sonara el timbre del final de la hora.

Distante pero amable. Respondía a las preguntas con paciencia, rara vez se disgustaba y pocas veces se le vio reír.
No se le conocía esposa, novia o amante. Solo daba clases y escribía. Pero escribía a mano con lápiz y en papel ministro, estas eran hojas enormes dobladas en dos y rayadas.

La primera vez que intentó escribir a máquina fue en una Remington, que no logró dominar y la desechó; se le escuchó comentar en clase que escribir con un dedo de cada mano era como un par de gallinas buscando y picando maíz alrededor y debajo de ellas.
Además decía que había una conexión entre la mano, el cerebro y el lenguaje y que sus ideas para escribir surgían espontáneamente cuando tenía un lápiz en la mano y una hoja de papel enfrente, de la misma manera que cuando tenía una tiza en la mano surgían los problemas matemáticos y sus explicaciones.

Después de la experiencia fallida con la Remington intentó con la computadora; fue peor. El teclado estaba en inglés y nunca encontró la eñe y los signos de puntuación desaparecieron por completo.
En su habitación además de la cama, una cocinilla eléctrica y una cafetera, había un librero que ocupaba dos paredes en ángulo. En unos de los lados de ese ángulo estaban los libros de matemáticas donde resaltaba por supuesto el álgebra de Baldor y en el otro los de literatura: filosofía, cuentos, novelas, etc. En el medio, un escritorio y más allá en la pared contraria, cajas llenas de hojas de papel ministro escritas a mano y con lápiz.

Un día, al final del año lectivo, desapareció y no volvió a dar clases y más nunca se le vio.

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Getulio Bastardo
Médico psiquiatra clínico, profesor universitario jubilado en Venezuela y activo en Perú, casado, con seis hijos y seis nietos. Soy un viejo feliz
getuliobastardo@yahoo.com.mx

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