Gente que Cuenta

El último habitante,
por Victorino Muñoz

Geczain Tovar Atril press
Fotografía Geczain Tovar

Dicen que en Venezuela el yagrumo (Cecropia peltata) es más común en la región de los Andes. Aunque también he leído que está extendido por buena parte de América Latina y el Caribe.

Se trata de una planta alta, que llega a los veinte metros, de tronco no leñoso y hojas grandes, como en forma de una mano humana. Vistas de lejos, dichas hojas se ven como si fueran blanquecinas o hechas de ceniza.

El yagrumo ha arraigado en Valencia. Pero, por alguna razón que no busco comprender, nace y crece en un hábitat muy curioso: las casas viejas, abandonadas, por no decir derruidas. Sobre todo las de construcción antigua, que tienen o tenían paredes de bahareque y techos de caña amarga.

Cuando paso frente a una de ellas (abundan en el centro de la ciudad, por donde vivo), siempre echo un vistazo. Voy viendo cómo se van deshabitando, cómo luego los amigos de lo ajeno se van apropiando de aquello de lo que pueden sacar algún provecho: ventanas, puertas, hasta los cables.

Un día, se derrumba un techo. Otro día, parte de un muro al frente. Así, hasta que, pasado no tanto tiempo, asoman por lo alto las inconfundibles ramas del yagrumo, el nuevo habitante de la casa, de lo que queda de ella. ¿Cómo y por qué llegaron sus semillas allí? Al parecer los pájaros y murciélagos que comen frutas las esparcen.

Entonces, el yagrumo no es el único que vive en esas casas. En efecto, también uno puede observar cómo van surgiendo otras especies vegetales, trepadoras, arrastrándose, subiendo por las paredes. También una multitud de diversos seres, pequeños, como lagartijas, saltamontes, mariposas y demás, reclamando, aunque sea parcialmente, lo que alguna vez fue su territorio.

En ocasiones, alguien adquiere el lote ahora baldío, derrumban lo que quedaba del inmueble y levantan otro en su lugar. De nuevo los humanos vuelven a ocupar los espacios. Pero tal vez es solo por un tiempo, quién sabe cuánto.

Lo que para nosotros es mucho, para la naturaleza es solo un soplo. Y mientras tanto, por allí en el aire, una semilla de yagrumo aguarda, flotando, esperando, para recomenzar el ciclo.

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Victorino Muñoz
valenciano, autor de “Olímpicos e integrados”, ganador del Concurso de Narrativa Salvador Garmendia del año 2012 y “Página Roja”, publicado en la colección Orlando Araujo en el año 2017.
rvictorino27@hotmail.com
Twitter:@soyvictorinox
Foto Geczain Tovar

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