Gente que Cuenta

Pilates,
por Luli Delgado

Maria Primachenko Atril press
Maria Primachenko,
Levanna haciendo ejercicios, 1973

Oxidados como el hombre de hojalata, resolvimos inscribirnos en pilates. Una sesión semanal, en teoría de 45 minutos, en la práctica, eterna.

Aquello parece un gimnasio de entrenamiento olímpico: bicicletas de spinning, pesas, ligas de todo tipo, pelotas enormes, sillas de apariencia inocente, pero capaces de acabar con cualquiera. En fin. Nosotros no pasamos de la liga y la pelota agarrada con las rodillas, pero igual…

En la sesión de hoy, el señor de esta casa llegó cansado y muerto de calor. Yo muerta de calor también, pero menos cansada, comenzamos agarrando una toalla por los extremos.

“Estiren la toalla de lado y lado y cuenten hasta diez”

-“¿Y cuándo podemos respirar?”

-“Mientras estiran, claro…”

-“Ah…”

“Ahora con los brazos hacia atrás, hasta tocarse las alitas de la espalda”, sigue la profe..

-“¿y los que nacimos sin alitas?”

-“se las imaginan…”

-“bueno…”

Alfredo dice que está cansado, así que la profesora le dice que vaya hasta donde pueda…

-“y tú”, me dice a mí, “haces cinco más”.

– “Eso es violencia de género”, reclamo, pero igual sigo…

Alfredo pregunta si puede echar su silla para atrás y la profe lo deja.

-“El preferido de la maestra”, reclamo desde el otro lado.

“Ahora levanten una pierna primero y la otra después”…yo me acuerdo del chiste del chingo y el de las muletas, pero es largo de explicar.

“Ahora estiren el brazo en curva y ejerciten la cintura”

-¿Cuál cintura?, si parecemos dos pipotes”. Yo no me acuerdo cómo es eso de tener cintura…

Alfredo pide agua y eso nos da un respiro como de veinte segundos. Cuando llega, entre los dos  nos bajamos la botellita. Yo también quería, pero por no molestar…

El reloj de números rojos nada que avanza, pero por fin la profesora se compadece y nos dice que eso es todo… 

Es impresionante la cantidad de movimientos que puede descubrir un cuerpo que no se mueve. Y más impresionante todavía es que hayamos caído tan “cuesta abajo en la rodada”, como dice el tango, sin darnos ni cuenta de que la nuestra ha sido en barrena.

Como pudimos regresamos a nuestra casa y aquí estamos, el señor de esta casa de largo a largo en el sofá y yo ídem en mi cama, listos para buscar trabajo en el Cirque du Soleil, previa ingesta de sendos Voltaren, claro…

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Luli Delgado es periodista venezolana, Master en Artes de Cine y  Video – por The American University, Washington, DC.
Fue Directora Ejecutiva de la Fundación Andrés Mata de El Universal de Caracas, y Gerente del Centro de Documentación de TV Cultura de São Paulo. Es autora de varios libros y crónicas.
delgado.luli@gmail.com

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