Pedro I es una figura relevante en la historia de Brasil por haber sido el impulsor de la independencia de ese país. Se coronó como el primer emperador del gigante suramericano. Hoy lo recordamos porque su corazón llegó a Brasilia, donde se le rinde una serie de homenajes organizada por el presidente Jair Bolsonaro con motivo del bicentenario de la independencia de Brasil.
El corazón del Pedro I viajó desde Portugal y permanecerá en Brasil durante veinte días. Este órgano, que se vincula con los sentimientos, llegó en un frasco sumergido en formol, dentro de una reliquia dorada. Permanecerá en el Palacio de Itamaraty, sede del Ministerio de Relaciones Exteriores de Brasil, hasta el 8 de septiembre cuando regresará a la iglesia Nuestra Señora de Lapa, en Oporto, Portugal.
El corazón de Pedro I de Brasil, Pedro IV de Portugal y duque de Braganza, es todo un símbolo y, de acuerdo con el historiador Ribeiro da Silva, perteneció a un hombre audaz y adelantado a su tiempo.
Pedro I, miembro de la poderosa casa de Braganza, nació en 1798, dejando este mundo en 1834. Sus padres fueron Juan IV de Portugal y Carlota Joaquina de Borbón, hija del rey de España.
Este personaje ha inspirado varios libros, uno de ellos es El Imperio eres tú, biografía que le valió el Premio Planeta a Javier Moro.
Pedro I se convirtió en un hombre controversial porque apoyó la independencia del territorio brasileño, iniciativa que lo convirtió en un opositor de su padre.
El admirado Pedro I no era perfecto, tenía una debilidad incontrolable, adoraba a las mujeres. Se casó con Leopoldina de Austria, hija del emperador Francisco I. Tuvieron siete hijos. Leopoldina, que era estimada por los brasileños, murió muy joven de una infección.
Entre sus amantes estuvo una bailarina francesa y Domitila de Castro Canto e Melo, con la que tuvo hijos ilegítimos. Pedro I, después que enviudó, contrajo matrimonio con Amelia de Leuchtenberg.
Hablamos de este hombre clave en la historia del Brasil porque su corazón llegó a Brasilia en tiempos electorales. El corazón de Pedro I no camina por América Latina, pero podría exaltar el nacionalismo, además de mostrar los sentimientos monárquicos de Bolsonaro.