Hola Julio, es un placer escribirte, esta vez para agradecerte la comunicación que acabo de recibir de tu parte como respuesta a un correo electrónico que te envié hace más de un año.
La verdad agradezco mucho que te hayas acordado de mí. He sabido que andas por Italia. También me han dicho que te han visto encariñado con una dama romana que está más buena que la pizza que hornean por allá. Pero, lo más importante, me has informado que ahora trabajas para la editorial Bompiani. En relación a esto último quería preguntarte: ¿Efectúas el mismo trabajo que hacías aquí en Caracas? ¿Eres encargado de alguna publicación?
Te lo pregunto porque hace poco escribí unos textos que pudieran interesarte, incluso me gustaría saber si me autorizas a enviártelos por esta vía. Debo decirte que después de muchos años he vuelto a escribir, incluso he publicado un par de cuentos en un periodiquito de la región. El viejito Chaviel, el director de la revista Carohana, ha dicho en la prensa que mi obra es un fiasco, que debo mejorar y que quizá, luego, haciendo un gran esfuerzo, pudiera ser apta para publicarse. ¡Por Dios! ¿Qué le pasa a ese señor?
Por cierto, ahora que lo recuerdo, la última vez que te vi me dejaste un puñado de libros de varios autores raros, unos en francés y otros en inglés. Creo sinceramente que me confundiste con alguien más. Debo confesar que no pude con ellos. Tú bien sabes cómo me cuesta leer y escribir en español, imagínate en otro idioma. ¿Cómo se te ocurrió dejarme todos esos ladrillos? ¿Acaso molestaban en tu casa?
Aquí entre nos, es cierto que tengo carencias; que leo muy poco; que soy, como diría don Javier Cercas, un impostor. Pero bueno, ¿qué le vamos hacer? Sin embargo, si te detienes a pensar un poquito –digo, si la italiana te dejara en paz un momento–, y si advirtieras sobre la cantidad de babosadas que se escriben hoy en día, te darías cuenta de que no soy tan malo como dicen. Por eso hoy más que nunca seguiré escribiendo, enfocado en ganar la batalla a las páginas en blanco; además, un lápiz pesa menos que una pala. ¿No te parece?
¿Acaso crees que puedo hacer otra cosa?
¿Me dejas que te envíe los textos?
¿Qué dices?
Álvaro Ríos
Cabudare, Lara, Venezuela. Noviembre de 2021.