Gente que Cuenta

Encuentro de almas, por Alfredo Behrens

Alfredo Behrens Atril press
“…me anunció que iba a Matosinhos a buscar trabajo como latonero de carrocerías.”

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Pesado y con paso inseguro, agarrándose de lo que pudiera, este hombre entró en el vagón del Metro camino a la ciudad de Oporto. Todavía de pie, y con el único ojo que parecía ver, se dirigió a mí preguntándome si este tren lo llevaría a Matosinhos. Le dije que sí, que necesitaría una transferencia, pero como yo iba a Matosinhos, le bastaría con seguirme. Confortado, se sentó a mi lado, al otro lado del corredor, y me anunció que iba a Matosinhos a buscar trabajo como latonero de carrocerías.

Poco después bajamos juntos y le expliqué lo que tenía que hacer para seguir su camino, pensando que ese sería el final de nuestra conversación. Pero, como un animal perdido, me siguió y me mostró la dirección a la que se dirigía, preguntándome si conocía este taller de reparación de automóviles donde se ofrecería, y con sus manos acostumbradas al trabajo pesado, me mostró sus notas. Le expliqué que yo ni siquiera tenía coche, pero que podía llamar al taller para que me aclararan cómo llegar, a lo que se negó, para no molestarme, a pesar de mi insistencia.

Sin nada más que hacer que esperar el Metro, entabló conversación, me sorprendió la abertura, preguntándome si yo era viudo. Tampoco él, me contó que tenía pareja desde hacía seis años. Que si yo estaba jubilado, a lo que le dije que sí, y me sugirió que la pensión de un maestro era buena, y lamentó al saber que la mía no lo era. Quería saber dónde había dado clases, y cuando escuchó la lista de países, me dijo que él también había viajado, había pasado dieciséis años en Sudáfrica, país que dejó al llegar  Mandela al poder. Que también había vivido anteriormente en Rhodesia y Lourenço Marques. La referencia a los países por sus nombres coloniales sugería que habían pasado muchas décadas desde estos viajes. Le pregunté si tenía hijos y supe que eran dos, ambas vivían en Suiza, una era enfermera y la otra trabajaba en informática. Su rostro se iluminó cuando dijo que tenía un nieto, ahora de seis años. Le dije que entendía su alegría, que tenía una nieta de tres años. Le comenté que si sus hijas ya eran tan grandes entonces las había tenido con una mujer antes que ésta. Asintió, complementando que antes de ésta había pasado seis años solo y que no le había gustado nada. Que a ésta la conoció trabajando en la feria. Le pregunté si había sido durante una conversación como, “no compres esta papa, que no es tan buena como esta otra.” Sonrió asintiendo, agregando que estaba feliz, pero que necesitaba esta oportunidad de trabajo que estaba buscando para poder sonreír más fácilmente. Al llegar a la que parecía ser su parada, lentamente se apeó del andén. Lo vi desaparecer con el mismo paso incierto con que lo encontré. Espero que haya conseguido lo que quería.

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Alfredo Behrens es PhD de la Universidad de Cambridge, y profesor de Liderazgo en las escuelas de negocios de la FIA en São Paulo.
Algunos de sus libros están a disposición en Amazon
ab@alfredobehrens.com

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