Felipe VI, un rey desconocido – Mayte Navarro

Al estudiar las monarquías europeas encontramos que para sobrevivir han tenido que actualizarse. La británica es un claro ejemplo de esas adaptaciones aunque quedan vestigios de la marginación sufrida por las mujeres, como es el caso de la princesa Ana, cuyo lugar en la línea sucesoral, para suerte de ella y de sus descendientes, por sólo el hecho de ser mujer ha quedado relegada al puesto número 17, detrás de sus hermanos y los hijos de éstos.

En España sucedió lo mismo, las dos hermanas de Felipe de Borbón y Grecia, siendo mayores que él,  no les correspondió sentarse en el trono. Se esperó la llegada del varón, quien desde el mismo momento de su nacimiento sabía su destino, ser el rey de España. Dicen que fue un momento de felicidad para su padre, Juan Carlos de Borbón.  En ese sentido encontramos que a Felipe VI parece no importarle el tema y después de muchos hombres habrá una reina en España, su hija Leonor, la primogénita.

Felipe Juan Pablo Alfonso es su nombre completo y además de largo son los nombres de cuatro reyes, tres españoles y un griego. Otra manera de indicarle que su camino estaba marcado por estos hombres de los que se ha alejado, pues es totalmente diferente a los Borbón. Una de sus principales características es la timidez, que lo coloca en una posición diferente a su padre, Juan Carlos I, ocurrente en cualquier momento y cuyos chistes le ganaban simpatía.

Felipe, es educado, excesivamente discreto y un apasionado de su privacidad, esto lo hace aparecer distante. Es el primer rey español graduado en una universidad y le ha tocado como herencia salvar la institución en una España donde el escándalo también hizo nido en la monarquía.

La intimidad del rey Felipe VI parece blindada, aunque hay varios libros sobre su vida, no existe una biografía autorizada. La figura de Juan Carlos, lejos de ser un ejemplo a seguir la ha evadido y ese celo por mantener una distancia con los medios podría ser una táctica para que no se hagan comparaciones.

Se ha impuesto salvar la monarquía, una tarea difícil porque su propia familia no lo ha ayudado. En la prensa sigue habiendo espacio para recordar el capítulo del elefante y para darle cabida a Corina. Su hermana Cristina hizo las cosas más difíciles al apoyar a su marido Iñaki Urdangarín, involucrado en el Caso Nóos.  Sin que le temblara la mano alejó a la infanta de la casa real y le anuló el título de duquesa de Palma. Luego le correspondió distanciarse de su padre al renunciar a la herencia. Por ello José Antonio Zarzalejo lo ha llamado un rey en la adversidad.

Hoy el jefe de Estado español, con una familia real reducida a su mínima expresión, para proteger la monarquía que debe ser instrumento de equilibrio y de unidad, se topa con nacionalistas y  antimonárquicos.

Hasta ahora, Felipe VI, el menos Borbón de los tres hijos de Sofía, a sus 54 años recién cumplidos, luce una cuidada barba blanca que le suma prestancia, se coloca entre los elegantes del Viejo Continente y su disciplina y sobriedad confirman que la sangre germánica corre por sus venas y puede ser un digno miembro de la Casa de Glücksburg.

Tuvo que enfrentarse a su familia para casarse porque Letizia no cumplía con las aspiraciones de Juan Carlos ni de Sofía. No tenía títulos nobiliarios, ni era miembro de la aristocracia y era divorciada. La reina no aspira ser una acompañante sino a ejercer su rol, aunque muchas veces los analistas sólo hablan de su vestuario y no de sus discursos.

El  30 de enero Felipe VI cumplió 54 años, nadie sabe cómo los celebró. Al día siguiente viajó a Viena con Letizia para inaugurar la exposición “Dalí, Freud. Una obsesión” en el Museo Belvedere. Una narración pictórica que explica la relación del artista con el pensamiento freudiano.

Quizás, en algún cuadro el rey de España se haya topado con que el surrealismo no ha muerto totalmente.  Felipe VI sigue luchando porque su reinado no se vea manchado por lo irracional.

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