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La musa eterna – Mayte Navarro

La Serenissima después de siglos continúa siendo la musa del amor y del arte.
La Serenissima después de siglos continúa siendo la musa del amor y del arte

Dolce&Gabbana reiteraron no sólo su capacidad para manejar su habitual barroquismo en la moda, sino que ratificaron que Venecia es la musa por excelencia.

La imponente arquitectura, su historia, sus museos, las personalidades que la han seleccionado para convertirla en su hábitat nos afirman que en ella no hay deterioro sino belleza eterna.

Infinidad de libros se han escrito sobre la Serenissima. Recientemente, la editorial Louis Vuitton publicó una obra que recoge las imágenes que de la ciudad hizo el fotógrafo británico Cecil Beaton, donde la muestra desde la intimidad y con ese toque romántico inconfundible.

Pero la capital del Veneto es el escenario ideal para las divas, por sus calles han desfilado desde María Callas hasta Sofía Loren,

...por sus calles han desfilado desde María Callas hasta Sofía Loren...

…con todo ese charm y encanto natural que las ha hecho incombustibles. Por eso, cuando algunos creen que la ciudad podría estar agotada, vuelve con todo su ímpetu a las primeras páginas.

Domenico Dolce y Stefano Gabbana se encargaron de narrar la historia de Venecia en los estampados de sus trajes de alta moda, donde el bordado sustituyó al pincel. La plaza de San Marcos, “el salón más bello de Europa”, como la calificó Napoleón, no pudo ser opacada por Jennifer López, por más imponente que se haya vestido.

Pero estos modistos no han sido los únicos tocados por Venecia, ya Mariano Fortuny la había convertido en su casa, hipnotizado por su opulento pasado hizo de lo textil todo un arte. Convirtió al Palacio Pesaro degli Orfei en su taller creativo de donde salieron telas maravillosas, logrando que la técnica se hermanara con el arte, lo que hoy todavía  puede admirarse en esos mismos espacios que habitó y que se conocen como el Museo Fortuny.

La tentación siempre ha transitado por las enmarañadas calles venecianas y no sólo de la mano del poeta Casanova, el seductor por excelencia, sino también en la moda de aquellos tiempos, mientras que en el resto de Europa el recato cubría a las mujeres, en Venecia la moda imponía escotes profundos y tejidos lujosos, llamativos, lujuriosos. Y es que el amor y el arte son los eternos habitantes de la ciudad que Shakespeare dio como domicilio al moro Otelo y a Desdémona.

Cuando algunos piensan que la fiesta llegó al final y se cierran las puertas de Venecia,  comienza un nuevo capítulo en la ciudad de los canales. Ahora es el turno del cine porque se inicia la Mostra de Venecia, que llega a su edición número 78 este año con una diversidad que la hace más universal.

El León de Oro, el premio que actores y directores codician, recuerda que el poder tuvo su cuna en esa ciudad y que allí sigue reinando. Que la belleza es su símbolo aunque la peste amenace con marchitarla como lo narra Thomas Mann en su Muerte en Venecia, otro libro que se zambulle en lo exquisito y lo extravagante de los salones venecianos. La Serenissima después de siglos  continúa siendo la musa del amor y del arte.

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Mayte Navarro.
Comunicadora Social egresada de la Universidad Católica Andrés Bello, Caracas. Ha ejercido el periodismo en galerías de arte, en el diario El Universal, mantiene el espacio Madame Glamour en el programa radial Las entrevistas de Carolina. Escribe de moda, arte y estilo de vida.
mayte.navarros@gmail.com

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