
Orchestra
1923
“La música ocurre sólo una vez. No cuenta con segundas oportunidades al momento de ser ejecutada”
Como oyentes disfrutamos de veladas excepcionales cuando asistimos un evento de música académica. Para el artista frente al atril la perspectiva es absolutamente diferente.
La disciplina y responsabilidad profesional convierte una presentación en un absoluto ritual de estrés. El cerebro de un músico se exalta y acelera a velocidades impensables para poder dar vida a una frase que por momentos cautivará a un oyente al punto máximo de clímax o incluso el llanto.
Esta sensación de euforia o tristeza causada por las notas musicales emitidas por un artista, no son más que el resultado de horas incansables de estudio que convierten al músico en un emisor permanente de emociones. Una melodía puede sonar jocosa, melancólica e inclusive burlesca.
Sin embargo, el ejecutante está frente a un grupo de notas que crea una frase que requiere conocimientos de articulación, estilo y fraseo, por mencionar solo algunos componentes. Tener la capacidad de catapultar una frase musical al máximo de su expresión se convierte en un reto constante. La música ocurre sólo una vez. No cuenta con segundas oportunidades al momento de ser ejecutada.
Esta particularidad convierte este hermoso arte auditivo en una tarea rigurosa para su intérprete. La adrenalina, nervios y dificultades técnicas que enfrenta el músico sobre el escenario no pueden percibirse.
Nos convertimos en entes mágicos disimulando y aparentando control absoluto. Esto no es más que una actitud profesional que nos permite alcanzar el máximo nivel de concentración y respeto para con la música. Así que en tu próximo concierto como público, si logras percibir algún desatino armónico, sólo piensa en el calvario recorrido por los artistas antes de subir al escenario.

morlesvictor@gmail.com