Gente que Cuenta

La pulidora,
por Luli Delgado

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Lo de la pulidora en mi casa era bastante menos sofisticado, pero lamentablemente la imagen que guardo en mi memoria no creo que la pueda encontrar…

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      Leyendo la crónica de Lucy para esta semana, que de paso les recomiendo, me acordé de un aparato muy particular que salía a relucir no solamente en las Navidades, sino en casi todas las fiestas. Eso mismo: la pulidora.

En realidad, era el último paso en el proceso de limpieza de los pisos. Primero se usaba, no sé si se acuerdan, un escobillón, después se pasaba la “coleta”, más adelante se cambiaba el trapo por otro seco, se impregnaba de cera líquida, había que esperar que se secara y por fin era que venía la pulidora.

Generalmente, después del escobillón y la coleta empezaba el “quítate, que estoy limpiando”. “No, no la invites hoy porque estamos ocupadas”. “Te dije que te fueras a jugar a otro lado”, y la verdad era mejor irse, porque si te hacías muy evidente empezaba el “ayúdame aquí”, casi siempre con las tareas más fastidiosas, como pasarle un trapito a los balaustres de las ventanas, que no se acababan nunca.

La mejor parte era cuando salía con alguien mayor a comprar cosas de última hora, o a la peluquería, que casi siempre el caso lo ameritaba, y al regresar encontraba aquel olor delicioso de cera que inundaba la casa entera.

La cera, si mal no recuerdo, venía de colores rojo, verde y neutro. La de mi casa era la roja y de nuevo les cuento que olía divino. También recuerdo que la pulidora, además de esa especie de tres cepillos mágicos, tenía unos fieltros que se le podían adaptar para mejorar el acabado.

Qué lástima que no se los pueda emular, pero más o menos el sonido que hacía era: “huuuuuuuuu” a la ida y después “hooooooo” al regreso, previsible, acompasado y no sin cierta resignación. Era perfecto y al terminar se desenchufaba el cable larguísimo que tenía y se enrollaba en sus orejas de metal.

Después venía la fiesta como tal, pero creo, salvo mis piñatas, que los preparativos eran más divertidos. Anda a ver si a raíz de esto fue que nació mi vocación de productora: para que no me espantaran más, poder yo preparar mi propia fiesta y pasar la pulidora en paz. Lo malo es que ya no se usan…

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Luli Delgado es periodista venezolana, Master en Artes de Cine y  Video – por The American University, Washington, DC.
Fue Directora Ejecutiva de la Fundación Andrés Mata de El Universal de Caracas, y Gerente del Centro de Documentación de TV Cultura de São Paulo. Es autora de varios libros y crónicas.
delgado.luli@gmail.com

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