Gente que Cuenta

La reina y el príncipe, por Getulio Bastardo

Autoretratos reales Atril press
Autoretratos reales
Elaborados por niños de una escuela no identificada

Entre los actos organizados por la dirección de la escuela para festejar el carnaval, se programó una fiesta y la elección y coronación de la reina.

Yo fui uno de los más entusiastas promotores de la candidata ganadora y estaba feliz; esa felicidad llegó al clímax cuando la maestra me dijo :

– “Tú vas a coronar a la reina y estas son las palabras que debes decir” y me entregó un papel con las palabras ya preparadas. Tienes que venir vestido de azul, claro, de qué otro color se puede vestir un príncipe si no es de azul”. Y así fue.

Después de la coronación se armó la fiesta, caramelos, dulces, refrescos, chocolates, comida, etc., uno podía saltar sobre los pupitres, molestar a un compañero y salir escapado, pasar corriendo frente al director y que no nos dijera nada; ese mismo director que se negó al final de la primaria a firmar mi diploma de “Aprovechamiento” porque yo era muy desordenado, pero las maestras argumentaron que no me estaban reconociendo mi conducta sino mi rendimiento y al fin lo firmó, pero esa es otra historia.

Al otro día, miércoles de ceniza, amanecimos novios. La acompañaba hasta la parada del bus donde se iba para su casa, le llevaba los cuadernos y a veces nos agarrábamos de las manos.

No sé qué pasó, ni qué le dije o qué me dijo, pero nos molestamos y no nos volvimos a hablar más nunca en la vida.

Tengo muchísimos recuerdos de mi infancia y ese reinado es uno de ellos, pero no recuerdo el motivo del disgusto, el motivo de esa única y última “pelea” después de la cual no nos volvimos ni a saludar.

Tomamos caminos diferentes. Ella ingresó a la escuela Normal y yo al Liceo.

El último recuerdo que tengo de ella fue una sonrisa con la que nos saludamos un día que nos conseguimos en la calle, ya adultos. Luego supe que se había mudado a Caracas y se había casado allá.

En una de mis vacaciones en Cumaná mis hermanos me presentaron a un amigo y me dijeron que era el esposo de María Teresa, así se llamaba la reina. Departimos amigablemente.

Al otro día me pregunta una hermana:

– “¿dónde estabas anoche?”

Yo le respondí: “con los muchachos y Padilla”.

– “¿Padilla?” Se extrañó ella, “¿el esposo de María Teresa?”

“Sí”, asentí.

– “¡Tú eres bien sinvergüenza, ¿ah?”

Echándote palos con el hombre que te quitó la novia.

Ese reinado fue en segundo grado.

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Getulio Bastardo
Médico psiquiatra clínico, profesor universitario jubilado en Venezuela y activo en Perú, casado, con seis hijos y seis nietos. Soy un viejo feliz
getuliobastardo@yahoo.com.mx

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