La racha de contrariedades sigue rondando a la familia real británica. Con apenas un año en el trono ya el rey Carlos III puede hablar de su annus horribilis. A las enfermedades se les han unido las teorías conspirativas.
Primero fue el diagnóstico de cáncer del monarca y, en paralelo, su nuera Catherine informa a través de un video que sufre la misma enfermedad. Sin embargo, no se muestra vencida, aunque sus ojos están enmarcados por unas ojeras que le dan un halo de tristeza a su mirada y su delgadez recuerda a las damiselas de los tiempos del romanticismo cuando la ausencia de amor las consumía.
Sin embargo, la futura reina no habló para solicitar conmiseración, sino para mostrar que, aunque está recibiendo un tratamiento de quimioterapia preventiva, se encuentra bien.
Las sospechas de que algo grave sucedía no solo abonaron las teorías conspirativas, señal de cómo la morbosidad vende, sino que estimuló a cometer un delito, hackear el sistema de la London Clinic para tener accesos al diagnóstico de la princesa y al tratamiento que recibía.
El video de la princesa de Gales acalló los rumores, aunque algunos exigen más noticias, pero el darse a conocer su verdadero estado de salud también llama a la discreción. Al respecto, Kate solicitó el querer procesar la situación de forma privada “por el bien de nuestra joven familia”, agregó.
Personalidades como el primer ministro británico, Rishi Sunak, afirmó que con su comunicado, la princesa mostraba “una tremenda valentía” y le deseó pronta recuperación.
La Casa Blanca emitió su apoyo y sentimientos de inmediato. Fue Karine Jean-Pierre, secretaria de prensa, quien le deseó una recuperación completa e instó a respetar la privacidad.
El laborista Keir Starmer, dijo que sus pensamientos están con la familia real y añadió: “Me siento animado por el «tono optimista» de Kate y su mensaje de fe y esperanza”.
“Deseamos salud y curación para Kate y la familia, y esperamos que puedan hacerlo en privado y en paz”, escribieron los duques de Sussex en su comunicado.