Entre todas las cosas, actividades y situaciones surgidas en torno al cabello humano, la necesidad de teñirse el pelo constituye para mí una de las más curiosas. Aparte del comprensible temor al envejecimiento y a la muerte, que nos lleva a querer ocultar las canas (con lo que no detenemos en realidad ni la vejez ni la muerte), hay diversas razones para que la gente decida teñirse el pelo. Obviamente, en algunos casos es por moda, para parecerse a alguien; por ejemplo, se sabe del furor rubio que desató Marilyn Monroe.
Esta práctica es de muy vieja data. Marcas como Schwarzkopt, por mencionar alguna, tienen cien años en el mercado ofreciendo tintes. Pero el origen es más antiguo: al parecer ya los egipcios tenían esta costumbre. Los griegos también mostraron interés en el cuidado del cabello y utilizaron tintes. En el imperio romano se dio algo muy curioso: las mujeres romanas se decoloraban el pelo (la mayoría lo tenían castaño oscuro), para parecerse a algunas sus esclavas, quienes provenían de las tribus bárbaras (algunas eran nórdicas) lucían cabello rubio natural.
Con respecto a este deseo de ser rubias, que muchas mujeres (y muchos hombres también) secretamente tienen, hay una motivación más fuerte, atávica, simbólica, arquetípica. Sencillamente, es por el sol, centro de nuestro sistema, fuente de vida de este planeta, objeto perpetuo y permanentemente de adoración en diversas culturas. El sol, el oro y el ser rubio, son parte de una misma condición, de una misma dinámica: el oro es el metal que se parece al sol, de la gente con cabello claro (teñida o no) se dice que son rubios como el sol. Sin dejar de mencionar el hecho de que, por lo menos en la antigüedad, ser rubio era algo menos común.
Claro que esta motivación de querer parecerse al sol y querer ser adorados, no es la que tienen las que prefieren teñirse el pelo de negro, o rojizo; a mí particularmente me gustan las abundantes matas de cabello oscuro, más nocturnas y misteriosas (como lo tuvo Shakira al inicio, quien para mí se devaluó al cambiarse al bando de las rubias). Las que prefieren los demás colores del espectro de cabello, tienen otros motivos, diversos y secretos.
No sé si habrá una estadística del mundo occidental con respecto a la preferencia de uno u otro color de cabello a la hora del tinte. Lo único que he leído es que actualmente el 60 % de las mujeres y el 10 % de los hombres son usuarios de tintes capilares. Y otra cosa muy importante: menos del 15% de las mujeres nacen rubias, pero más del 35% son rubias. Esos misterios del tinte.