Existe evidencia de que esta bárbara costumbre surgió de la creencia popular que aseguraba que los animales eran inteligentes y por lo tanto moralmente responsables de sus actos, pero en realidad no existe explicación racional para estos juicios y crueldades contra los animales. También se ha dicho que en la edad media la gente creía firmemente en la posesión diabólica no sólo de personas, sino también de animales y algunos de estos en especial, como los gatos, búhos y lobos eran perseguidos con mayor saña. La explicación más lógica y creíble en nuestros tiempos sería que estos juicios eran, en cierta forma, espectáculos que rompían la aplastante monotonía de la vida rural en la edad media y al mismo tempo satisfacían en forma pseudolegal, esa obscura pero innegable atracción que el dolor y la crueldad tienen para el hombre. Ver sufrir animales indefensos era una interesante diversión que apelaba a los más bajos instintos del hombre medieval, cuyas diversiones eran muy escasas y su vida sumamente dura.