Gente que Cuenta

Ni tan pecados ni tan capitales, por Victorino Muñoz

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El Bosco
Mesa de los pecados capitales
(1485)

Ya no parecen tan pecados, si nos detenemos a examinarlos desde la vida que llevamos hoy día:

– Comer por comer es algo bien visto, desde la óptica del que come o del que presume saber lo que es comer bien. Los chefs son celebridades, ganan dinero, tienen prestigio. La gastronomía hace rato se ha elevado a arte. Aspiramos a la gula como signo de calidad de vida.

– La película muestra al héroe lleno de ira: algo le hicieron, por lo que decide ser quien no era; se sobrepone, una energía sobrehumana parece poseerlo. Saca fuerzas de la ira y vence todo obstáculo, a todo enemigo. Así comenzó la literatura: “canta, oh musa, la cólera del pélida Aquiles”. Así continúa la historia de la humanidad. La ira no es mala, sólo algunos motivos.

– Otro  de nuestros modelos es el que tiene más, el más rico; el que teniendo dos casas compra una tercera o el que teniendo tres mujeres se enreda con una cuarta. Más es mejor, desde cualquier punto de vista, sobre todo en la economía: las corporaciones compran a las más pequeñas, se fusionan para controlar el mercado. Nadie dice se queja de ser muy rico.

– Soberbia: ser apocado es tener baja autoestima; el humilde pasa por tonto; el que quiere sobresalir, es mejor visto. Todos tenemos ese clamor de que nos vean: para esto sirven las redes.

– La lujuria es el pecado capital favorito de la publicidad. Ser sexy, atractivos sexualmente, es lo que queremos. Muchas conquistas sexuales nos hacen sentir exitosos; en nuestro imaginario colectivo, si no tienes con quién hacerlo, eres un fracasado.

– El significado oculto de todo mensaje publicitario y, en consecuencia, de la sociedad capitalista y su economía de mercado, es la envidia: la publicidad nos muestra a gente feliz porque tiene lo que nosotros no, para que sintamos deseos de comprar. La envidia: el corazón que hace latir a la sociedad consumista.

– La flojera dejó de ser la madre de los vicios para ser la de todos los inventos: para no caminar de un lugar a otro, inventamos el carro; para picar la comida, mejor un picatodo; no hay que levantarse a cambiar el canal, si hay un control remoto. Nuestro esfuerzo se ha minimizado. Hubo protestas para reducir la jornada laboral y elevar el tiempo de ocio. Una gran industria tiene que ver con qué hacer con el tiempo libre: dispositivos para entretenernos, plataformas streaming, sitios donde ir a comer o de vacaciones.

Los siete pecados capitales parecen virtudes o por lo menos nadie los evita muy en serio.

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Victorino Muñoz
valenciano, autor de Olímpicos e integrados, ganador del Concurso de Narrativa Salvador Garmendia del año 2012 y Página Roja, publicado en la colección Orlando Araujo en el año 2017.
Foto Geczain Tovar

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