Gente que Cuenta

Pelucas, por Luli Delgado

Barbie Atril press
“¿Y si las pelucas lo que dan es un calorón? ¿Y si después no me las quiere prestar?”

Yo de la Barbie no tengo mayores recuerdos. Tuve varias y me acuerdo de los vestidos y zapaticos, que le sirvieron de juguete y merienda al perro de mi infancia. Pero gracias a la Barbie protagonicé a muy corta edad lo que más adelante me tocó estudiar en serio. Me refiero a la toma de decisiones.

Me invitaron a una piñata y dos o tres días antes mi mamá se presentó con una caja enorme. Estaba todavía sin envolver, y tenía nada más ni nada menos que tres pelucas de la Barbie, de esas que parecían un gorro de baño y que se adaptaban perfecto a nuestras cabezas.

¡Aquello era un tesoro! Le dije a mi mamá que yo las quería para mí, a lo que me respondió: “tú decides. Si vas a la piñata tienes que llevárselas de regalo a Fulanita. Si no, no vas a la piñata y te las quedas”.

Demasiado para tan poca edad. Si me perdía la piñata, al día siguiente iba a ser la única de mis amigas que no había ido, y si iba, quedaba limitada a tener que pedírselas prestadas a la niñita de la fiesta.

Ya había tenido dudas parecidas con el juego de la zorra y las gallinas, donde existen limitaciones y posibilidades de movimiento para cada una. Algo así como que si eres la zorra te puedes mover en una dirección pero más veces, mientras las gallinas se pueden mover en todas direcciones pero nada más una vez por turno. No me hagan mucho caso, que ya no me acuerdo bien, pero el caso es que era necesario tomar la decisión de qué querías ser.

Volviendo a las pelucas. Aquello pasó a ser motivo de mi total desvelo, y si le pedía consejo a mi mamá, ya sin mucha paciencia me repetía: “Ya te dije. O vas a la piñata o te quedas con el regalo. Allá tú”.

Ese “allá tú” siempre me dejaba arrinconada, porque era una época de mi vida en que eso, que después supe que era el famoso libre albedrío, me daba miedo. ¿Y si me equivoco? ¿Y si las pelucas lo que dan es un calorón? ¿Y si después no me las quiere prestar?

Creo que por situaciones semejantes pasamos la vida entera, ya con más visión, o más horas de vuelo. No sé. Igual aprietan el estómago pero llega un momento en que uno aprende a meterse por una calle y asumir el resto.

¿Qué habrían hecho ustedes? ¿Cómo lo hubieran resuelto? Yo me lo vuelvo a plantear ahora y sigo sin una respuesta sólida.

¿Habrán de creer que no me acuerdo de qué pasó por fin?

Memoria selectiva, que llaman…

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Luli Delgado es periodista venezolana, Master en Artes de Cine y  Video – por The American University, Washington, DC.
Fue Directora Ejecutiva de la Fundación Andrés Mata de El Universal de Caracas, y Gerente del Centro de Documentación de TV Cultura de São Paulo. Es autora de varios libros y crónicas.
delgado.luli@gmail.com

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