Nadie le teme más al ridículo que un recién casado. Quizás esto sea porque irremediablemente el ridículo y el matrimonio son cosas de temer. Natascha y Jhonny tienen nueve días de haberse casado. Fue una boda sencilla pero muy bonita. Mucha comida, poco aguardiente, la música discreta y los invitados relativamente muchos pero casi todos gente muy cercana. Natascha y Jhonny ven pasar esos primeros días con una extraña cordialidad, suponen que así debe ser el matrimonio. Una noche luego de la cena Jhonny le confiesa a Natascha que ha asesinado a un hombre con sus propias manos. Natascha le dice: – déjame terminar de lavar los corotos y me terminas de contar.