Gente que Cuenta

Saber y poder, por Mayte Navarro

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La princesa Aisha, junto a la novia, princesa Iman; la madre de la novia, la reina Rania; la princesa Uma, madre del rey, y la princesa Zein.

Cuando repaso la historia y encuentro a esas mujeres que han dejado huella, pienso que son ejemplo para seguir luchando. En estos días nos encontramos con señoras como Rania de Jordania, a quien le ha correspondido vivir en un palacio donde los retrógrados tienen peso. Por ello recuerdo la decisión del rey Hussein de no haberle dado el título de reina a su segunda esposa, Muna Al-Hussein, ya que era británica por los cuatro costados.

Sin embargo, con Noor, su cuarta y última esposa no sucedió lo mismo y todavía lleva el título de reina, aunque no viva en el palacio. Pero a la madre de Hussein parece no importarle mucho el no haber recibido el título de reina, incluso accedió al divorcio, pero aseguró su futuro. El fallecido Hussein le dejó una propiedad en Aman que comparte con la de Londres, y al ser madre del rey Abdalá tiene relevancia social. Podríamos decir que Muna se ubica en la lista de las que no lloran, pero sí facturan.

Rania, la reina consorte, ha demostrado que su belleza está respaldada por su audacia, porque ha sorteado con inteligencia las opiniones de los más ortodoxos de la corte, quienes pedían a gritos que minimizara sus apariciones públicas. Criticaban su manera de vestir, sus viajes internacionales. Entonces Rania buscó a los diseñadores y artesanos locales para sus atuendos que no dejaron de ser modernos y, al mismo tiempo, mostraban las tradiciones.

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Rey Abdala, su hija la princesa Iman con su hoy esposo Jamel Alexander Thermiotis, junto a la reina Rania

La boda de su hija Iman podría haber pasado inadvertida, sin embargo, ella supo valerse de las redes sociales para dar a conocer los preparativos. Habló de la fiesta de la Henna, celebración femenina, donde las mujeres desean felicidad y fertilidad a la novia.

Iman, hija de Abdalá II, pudo ser una novia casi clandestina, pues no es la heredera y es mujer. Pero desde el anuncio del compromiso, Rania la mostró en sus redes sociales, interesó a la gente y, haciendo gala de la sobriedad, vistió a Iman de blanco Dior.

La segunda hija de los reyes de Jordania no ocupará un puesto preponderante en el trono hachemita, pero su boda con visibilidad internacional, más que un acto social es la victoria de la mujer sobre quienes tienden a anularla. Al menos así lo veo yo.

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Mayte Navarro.
Comunicadora Social egresada de la Universidad Católica Andrés Bello, Caracas. Ha ejercido el periodismo en galerías de arte, en el diario El Universal, mantiene el espacio Madame Glamour en el programa radial Las entrevistas de Carolina. Escribe de moda, arte y estilo de vida.
mayte.navarros@gmail.com

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