Se solicitan tontos, por José Manuel Peláez

Estaba ocupado en lo que mejor se me da que es no hacer nada cuando reparé, por accidente, en el aviso. “SE SOLICITAN TONTOS”. No me di por aludido, pero mi curiosidad, siempre más inquieta que yo, me impulsó a leerlo. No aclaraba mucho, solo hacía el extraño llamado y daba dirección y horario para las entrevistas.

Más rápido que inmediatamente, encontré la calle y el número. Traté de entrar, pero un señor malencarado me lo impidió y me sugirió que esperara mi turno. La espera no fue larga porque una señora con cara de espantapájaros salió del portal y, con gesto de enfado, tomó al hombre por el brazo mientras se lo llevaba y le decía: “Vámonos Joaquín, que esto es una tontería, menos mal que yo me di cuenta porque tú hubieras caído”.

Lo de “esto es una tontería”, lejos de ahuyentarme, me acicateó más porque nada más lógico que una convocatoria para tontos fuera una tontería y ya se sabe que las cosas lógicas me interesan.

Al entrar en la supuesta sala de entrevistas me encontré con Manolo que, con gesto angelical, me invitaba a pasar.

• ¡Manolo!… ¿tú también vienes a la entrevista?
• No, yo hice la convocatoria.

El misterio comenzaba a develarse. Manolo, además de amigo mío, es capaz de pensar, decir y hacer las cosas más insólitas. Y, fiel a su filosofía, me contó que había decidido convocar a los tontos para que encontraran su destino en la vida. Claro que tampoco era tan fácil como decir que eras tonto para que Manolo te revelara tu alta misión. Tenías que certificar que tu tontez fuera la adecuada y para eso debías responder algunas sencillas preguntas:

1. ¿Estás dispuesto a preguntar lo que no entiendes, aunque te llamen tonto?
2. ¿Estás dispuesto a tardar en contestar una pregunta mientras piensas la respuesta, aunque los demás crean que eres tonto?
3. ¿Estás dispuesto a no reproducir ninguna información de la que no estés seguro o no sepas por qué la reproduces, aunque todos crean que eso es una tontería?

Si las respuestas de los postulantes eran positivas, Manolo les daba un certificado.

• ¿Un certificado?… ¿de qué?… ¿ganan algo con ese certificado? — le pregunté.
• Por supuesto que sí, es un certificado de “Tonto Necesario” y así tienen la certeza de que el futuro será mejor con ellos defendiendo su condición de tontos.

Según Manolo, los problemas del mundo se deben a los listillos, a los que se las saben todas, a los que inventan respuestas, a los que no se hacen responsables ni de sus palabras ni de sus actos. Manolo sabe que esos listillos consideran a los demás como tontos, pero si algo necesitamos en estos momentos son más auténticos, honrados y humildes tontos.

Le pedí a Manolo algo de tiempo antes de contestar el cuestionario.

• No eres tan tonto como pareces — fue su despedida.

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