Esta semana se cumplieron 40 años de un suceso que pudo haber acabado con la humanidad. Te invito a que lo vivamos…
Es el 26 de septiembre de 1983.
Estamos en el Serpukhov-15, un búnker desde donde se puede detectar, mediante la red de satélites de alerta temprana, cualquier lanzamiento dirigido a la URSS. Esta noche, el teniente coronel del ejército, Stanislav Petrov, es el oficial de guardia y debe notificar a sus superiores las novedades. Hay mucha tensión. Hace poco, un Boeing fue derribado al haber entrado por error en el espacio aéreo soviético. Era un vuelo civil con 269 personas a bordo, entre ellos un congresista estadounidense.
La tensión entre las superpotencias está al máximo y un ataque nuclear de EE. UU. solo es cuestión de tiempo. Son las 00:14, hora de Moscú. Se disparan las alarmas: nos han lanzado un misil intercontinental. La pesadilla es una realidad: alguien apretó el botón al otro lado del mundo.
Petrov está congelado: ¡en 20 minutos nosotros, junto a incontables ciudadanos soviéticos, seremos borrados de la faz de la tierra!
El tiempo corre en su contra y Petrov debe informar a la cadena de mando, pero decide evaluar la situación: no es concebible el inicio de un ataque de esta naturaleza con un solo misil. Poco después los ordenadores indican que 4 más se dirigen hacia la URSS. Petrov piensa que el sistema puede estar equivocado, así que reconsidera: son muy pocos cohetes, solo cinco, cuando EE. UU. tiene miles de misiles nucleares.
Decide esperar…
Finalmente se descubre que es una falsa alarma causada por reflejos del sol en las nubes.
¡Con su sangre fría evitó la hecatombe mundial!
Este hecho, el «Incidente del Equinoccio de Otoño», nos puso a un tris de la guerra nuclear. Petrov fue expulsado del ejército castigado por obviar el protocolo.
«En nuestro país, a los jefes no les gusta que sus subordinados sean más listos que ellos», afirmó.
El secreto se mantuvo hasta 1993. El exmilitar vivió sus últimos años en un pueblo ruso, pensionado. Aquel día arruinó su carrera y su salud con una decisión que salvó al mundo del holocausto nuclear. En 2004 recibió el premio «World Citizen Award» y la ONU le homenajeó poco después. Falleció en mayo de 2007.