Gente que Cuenta

Te cuento que…
por Suzan Matteo

Louis Haghe Atril press
Louis Haghe,
Exterior de San Pedro, Roma, desde la Piazza, 1868

Hoy te contaré sobre un monumento que desafía al tiempo y a la historia: el primer obelisco alzado en el período moderno, el único de Roma que no ha caído desde los tiempos romanos.

El origen de esta gigantesca aguja en granito rojo se pierde en las arenas del antiguo Egipto, donde fue tallado y erigido en Heliópolis, allá por el año 13 a. C., en honor al faraón Ramsés II.

Alrededor del año 40 d. C., como signo de su poder y su grandeza, el emperador Calígula lo llevó desde su enclave original en el Foro Julio en Alejandría, para el Circo de Nerón en la colina Vaticana en Roma.  Siglo y medio después, en 1586, un día como hoy 10 de septiembre, culminó el traslado que, por órdenes del papa Sixto V, tras una hazaña monumental de la ingeniería renacentista con el trabajo de 900 hombres y 150 caballos, se realizó durante todo un año, a su ubicación actual en el centro de la plaza de San Pedro del Vaticano.

En la Edad Media, la bola dorada que ornaba su cima se creía que contenía las cenizas de Julio César, lo cual se desmintió. El papa decidió poner fin a esa «impura superstición» colocando una cruz contentiva de una reliquia de la Santa Cruz traída de Jerusalén en lugar de la esfera y haciendo grabar en su base de mármol una antigua fórmula de exorcismo:

«Ecce crux Domini (esta es la cruz del Señor);
Fugite partes adversae (Huid, fuerzas del caos);
Vicit Leo de tribu Juda (“Venció el león de la tribu de Judá ”)».

En 1817, el obelisco fue transformado en reloj de sol. En la mitad derecha de la plaza, sobre el suelo, se puso una línea de granito que en distintos puntos a lo largo del año indica cuándo es el mediodía mientras la sombra de la cruz muestra la hora.

Solo hay 27 obeliscos en la actualidad, que son de gran tamaño para estar al aire libre. De 27, seis están en Egipto y trece en Roma. Los otros están en París, Londres, Nueva York, Estambul, Florencia, Urbino (Italia), Wimborne (Inglaterra) y Cesarea (Israel).  El del Vaticano es el segundo obelisco más grande de Roma; se eleva 25,5 m hacia el cielo y en la actualidad, con la agregación de la base y la cruz de bronce, casi llega a 41 m.  Su peso está entre 320 y 331 toneladas.

Así que, observemos con admiración este coloso de piedra que ha presenciado la historia y la fe a lo largo de los siglos, ya que su presencia es un recordatorio de la rica interconexión entre la historia, la cultura y la espiritualidad que define a la ciudad eterna.

Suzan Matteo Atril press
Suzan Sezille de Matteo es caraqueña, cosecha del 52; ingeniero industrial aplicada al área social; esposa, madre de dos, que ahora abuelea y escribe desde Inglaterra.
suzansezille@gmail.com
IG @tomadodeaquiydealla

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