Su mujer había dejado el celular sobre la mesa de café. Fue cuando Juan vio el mensaje de Mario, su mejor amigo: “¿A las ocho en mi casa? ¡Te amo!
Hacía un tiempo que sospechaba que su mujer lo traicionaba con Mario; por lo que no lo dudó: mientras ella se duchaba, Juan le avisó que tenía que volver a la oficina. En realidad, se dirigió la casa de Mario donde sin hesitación lo estranguló antes de dejarlo en su cama cubierto con las sábanas. También dejó entreabierta la puerta que daba a la calle y por la cual su mujer no demoraría en pasar.
Al volver a su casa no encontró de su mujer sino la fragancia del perfume
... no encontró de su mujer sino la fragancia del perfume
que ella usaba cuando iba a su encuentro en tiempos amorosos. Juan se metió en su cama y al poco rato ella regresó muy agitada. Le dijo que se había sentido mal durante el encuentro con sus amigas y que era por eso que había regresado temprano. Se desvistió y como todas las noches se metió en la cama con Juan. “Que duermas bien” le deseó Juan, imaginando el horror de su mujer cuando encontró a Mario todavía tibiecito en su cama.
Ninguno de los dos podía mencionar lo ocurrido y así se dieron las espaldas, cada uno fingiendo que dormía.