Seguro que en el jardín del Edén había rosas. Desde entonces, no conozco jardinero que abierta o secretamente no haya querido tenerlas. No se puede con su poder subliminal.
Las había en los jardines colgantes de Babilonia. El rey Sargón saqueaba los arbustos de rosas porque para él eran valiosas como botín de guerra, cinco mil años antes de Cristo. Los jardineros chinos las empezaron a cultivar dos mil años después. El nombre de la flor es idéntico desde los romanos hasta hoy. Quienes estudiaron latín pueden recordar una lección famosa de las primeras declinaciones: “rosa, rosae, rosarum, rosa… “
Y aunque no fue muy apreciada como símbolo por los primeros cristianos porque la asociaban al paganismo, en la Edad Media fue cultivada en los monasterios por su valor medicinal y su belleza, llegando a formar parte de la iconografía católica por su relación con la Virgen María y el Rosario.
Era la flor preferida de los jardines isabelinos ingleses y en 1806 la emperatriz Josefina tramitó un pasaporte especial al viverista Lewis Kennedy, para que se las trajera a París desde Inglaterra. Así empezó el jardín de la Malmaison, donde llegó a tener 250 tipos de rosas, todas las conocidas de su época. Su amigo Aimé Bompland viajó con Alexander von Humboldt a América y le llevó también especies de plantas para aquel jardín , que obtuvo como parte de su acuerdo de divorcio con Napoleón y que aún existe.
Del rosal que es un arbusto con espinas, se cuentan 100 especies y más de 30.000 híbridos, variedades producidas por jardineros.
Les creo si me cuentan que no tienen sitio para un rosal de 5 metros, ni siquiera de dos y medio, pero pueden tenerlo en una maceta o convertirse en dueños de un rosal miniatura. Lo que se necesita es colocarlo al sol y plantarlo en tierra alimentada con compost o con estiércol bien tratado. Hay especies de sombra, pero son pocas. Hay que regar la planta muy bien y no volverlo a hacer hasta que la tierra deje de estar húmeda. A los rosales les gusta la harina de huesos y cuando dejan de florecer hay que podarlos.
Con las rosas, no solamente se alegra la vista y se relaja la mente: son la base de mermeladas, postres, popurrís y canciones. Si te pinchas con sus espinas, puedes recordar la de Mecano de los noventa, aquella rumba flamenca que dice: “quise cortar la flor más bella del rosal, pensando que de amor no me podría pinchar y mientras me pinchaba, me enseñó una cosa, que una rosa es una rosa, es una rosa”
Lo mismo pensaba Gertrude Stein , la autora de la frase y del poema de donde se extrajo. La primera rosa de su frase es una mujer.