Vi a Mandela, me dijo ayer. Jocosamente le pregunté si lo había visto en el ómnibus, pero no, lo había visto en su tostada.
Ella ve caras por todas partes, por no decir también donde no las hay. Pero no está sola, y como todos, ven caras, pero no billetes de banco. En estos días recibí por Internet la imagen de dos mujeres comiendo pizza. El mensaje decía que, si uno miraba la imagen rápidamente, o con los ojos entrecerrados, o de cabeza para abajo, uno podría ver a Keanu Reeves. Hasta yo, que nunca veo nada, lo vi.
Parece que estamos hiper preparados para ver caras porque, siendo tribales, necesitamos rápidamente distinguir a los amigos de los enemigos. Esa sería la función de la amígdala cerebral, resquicio reptiliano que le dicen. Inclusive parece que Carl Sagan dijo que reconocer caras era imprescindible para nuestra supervivencia.
Los hay también que ven caras, pero no saben asociarlas a nadie. Ceguera facial, según parece. Son personas funcionales, pero socialmente son un desastre. También es peligroso porque no reconocen a los maridos ni a los amantes. A ellas uno tiene que presentarse una y otra vez, recordarle dónde y cuándo nos vimos, y por ahí.
Si es tan importante reconocer caras, ¿qué hay de los ciegos que nunca vieron una? Es un problema, al punto de que hace más de una década hubo una investigación para desarrollar una app de reconocimiento facial de los interlocutores, y transformar esa información en un discreto mensaje sonoro para recordarle al ciego quién es y lo que se sabe de ella. Tal vez un día alguien desarrolle una app que le permita a los ciegos reconocer a alguien por su olor. Digo esto porque en Chester una vez me emocioné con esto de asociar olores a cosas.
Paseaba yo por un bello jardín, cuando de pronto me vi envuelto en fragancias fuertes pero ricas. Guiado por mi nariz llegué a una pequeña clausura dentro del jardín, a la puerta de la cual un anuncio rezaba que ese jardín de flores aromáticas era una ofrenda de la ciudad de Chester a sus ciegos. ¡Al pie de las plantas está su nombre en braille! ¡Una belleza, total!
Desde entonces le he puesto más atención a los perfumes, inclusive a los de las personas. Me ha servido de mucho.