Fountain
1917, replica 1964
Hoy encontré una letrina en un lugar diferente. Estaba en la calle, frente a un bar. No tenía a nadie sentado sobre ella. Simplemente estaba ahí. Si no fuese porque Duchamp murió hace décadas podría hasta haber pensado que fuese de sus provocaciones, como aquella del urinal que llamó “Fuente”.
Pero la verdad es que llamar un urinal de fuente tenía más gracia. Tal vez no debería ser la razón por la cual Duchamp quisiera ser recordado, pero no se escapó de eso. Su talento iba más allá de su capacidad para la broma. Pero su habilidad para cuestionar, criticar y ridiculizar el status quo, como en el caso del urinal que llamó de Fuente, es la razón por la que le recordamos.
Pocos artistas tendrían el cerebro de Duchamp para socavar lo convencional. No fue solo presentar al urinal como una obra de arte en una exposición en 1917. Valió también la alusión al urinal como una fuente, así como valió la firma en negro, sugiriendo al autor como siendo R. Mutt.
En realidad, Duchamp había comprado el urinal en un proveedor conocido por el nombre de Mott, pero Mutt le vino mejor porque aludía a la tira cómica Mutt y Jeff, dos personajes que hasta por su diferencia de estatura improbablemente aparecerían juntos, como el urinal en una exposición de arte. Inclusive se dice que la R de R. Mutt, sería una alusión a Richard, que en francés era comúnmente usado para referirse a alguien pesetero, como serían los que invierten en arte. En realidad, había varias camadas de ironía al presentar el urinal en la exposición.
La Fuente de Duchamp fue rechazada, confirmando así que ni siquiera una entidad artística nuevayorkina estaría todavía preparada para aceptar arte de vanguardia. Quienes rechazaron su Fuente argumentaron que “La Fuente puede ser un objeto muy útil en su lugar, pero su lugar no es una exposición de arte y no es, por definición, una obra de arte”. ¿Podría aplicarse también a la letrina que vi hoy?
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