Es posible que no pienses mucho acerca de tu hígado, pero este cumple funciones esenciales todos los días: limpia la sangre, elimina residuos y otras sustancias nocivas, transforma los alimentos en energía y nutrientes y regula cómo estos fluyen dentro del cuerpo. Cuidarlo muchas veces no requiere grandes inversiones ni medicinas costosas y uno de sus grandes aliados es el té verde.
Consumir té verde ha demostrado tener propiedades hepatoprotectoras y de auxilio en la desintoxicación del hígado gracias a sus compuestos antioxidantes, como catequinas y polifenoles, que lo protegen contra el daño oxidativo y la inflamación.
Se prepara poniendo una cucharadita de té (2,5 g) en agua hirviendo durante 2 minutos si se quiere emplear como estimulante y 10 minutos si se quiere emplear como coadyuvante antidiarreico.
El máximo efecto estimulante se consigue dejando el té en contacto con el agua durante poco tiempo, puesto que la cafeína se disuelve rápidamente en el agua caliente. Una infusión más prolongada (de 5 a 10 minutos) dará lugar a un té menos aromático y más áspero, con un aumento en la extracción de taninos, lo cual lleva a la disminución y el retardo de la actividad estimulante.
Está indicado en casos de astenia, diarrea, bronquitis, asma e hiperlipemias y es coadyuvante en el tratamiento del sobrepeso.
Pero, ojo, hay que tener en cuenta que el té verde dificulta la absorción del hierro de la dieta, por lo que su consumo no se indica en caso de estar atravesando un proceso anémico.