Amistad pasajera, por Victorino Muñoz
A todos nos ha pasado, alguna vez: ir en un autobús, de una ciudad a otra, y trabar una conversación con el compañero o compañera de asiento. Incluso yo, que no soy tan dado a socializar, lo he hecho.
Aunque solo me ánimo a entablar tales diálogos de carretera cuando la persona hace algún comentario que considere inteligente. Y conste que soy bastante melindroso para calificar así a alguien o a una idea dicha por alguien.
No está de más agregar que las frases como: “qué calor hace”, y otras variantes climatológicas no me entusiasman mucho. Menos aún las del tipo: “cómo es posible que...”
Confieso que en ocasiones me he encontrado con personas bastante simpáticas. Y he descubierto lo que tal vez muchos sospechamos: que con las otras personas tenemos más cosas en común de lo que nos...