¿En cuneiforme o en un móvil?,
por Lucy Gómez
A pesar de que hay tanta gente a quien escribir se le volvió una obligación y por ende un fastidio o una carga, hay a quienes nos sigue gustando. Soy del círculo de privilegiados que se enamoraron de la escritura leyendo un libro.Hay un momento mágico en que somos uno con quien nos lee: pasamos por las mismas calles, amamos a la misma gente, nos dan miedo las mismas cosas. La escritura ha sido hasta ahora la llave de los demás. Puede ser que te entiendan o no, que se conmuevan o no, que se alegren o no, pero se produce un encuentro con otro a partir de lo que escribiste.Y ese paso es adictivo. Es más, hay quien nunca llega a recibir respuesta, pero sigue intentándolo con la secreta esperanza de que alguna vez, alguien reciba el mensaje. Los medios de contactar son más variados y diferentes...