Amores frustrados, por Getulio Bastardo
Era para la época lo más cercano a una novia que uno hubiese podido tener. No terminábamos de cuajar como novios, pero tuvimos más allá de una simple amistad. Todas las tardes me arreglaba con mis pantalones de lino, mis camisas almidonadas y planchadas, con mi formalidad, para visitarlos.
Quizás fuimos esa clase de amores sin celos, reclamos, compromisos, peleas ni reproches, que al estar juntos nos disfrutábamos ¿hay algo más perfecto que eso?
Era la tercera de cuatro hembras y un varón, el mayor era mi amigo. Me esperaban vestidos para conversar, jugar Monopolio, ir al cine, pasear solos o con sus padres. Éramos parientes lejanos.
Con ella di mis primeros pasos en el baile, si es que eso se puede llamar bailar, a mover los pies hacia delante o hacia atrás, sin orden ni conciert...