¡Ah sí! Minas…
por Fernando Carmino Marques
(a André Carneiro Ramos)
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De repente el camino se hizo estrecho y los muchos kilómetros se convirtieron en leguas. Por si fuera poco, la intensa lluvia obligó a que la noche llegara temprano. Por la ventana vi que no se veía nada. A medida que pasaban las horas, crecía en mi estómago el recuerdo de una sopa minera que una noche me reconfortó del cansancio y la indolencia de los hombres. El largo velorio ambulante dejó estelas de humo en el cálido y sereno paisaje. Allí nadie hablaba ni miraba a nadie. Sólo se notaba el movimiento compulsivo de los pulgares e índices sobre los teléfonos inteligentes. Venía de la ciudad donde ni siquiera la fe del santo patrón puede dar aliento a quienes avanzan cojeando en su resignación. No traía nada y no tenía nada que llevar....