¿A ustedes les gusta la cebolla? A mí me encanta. Yo sé que es un gusto extremo. Hay quien no soporta su olor ni sabor. Pero aquí entre nos, es casi indispensable en la cocina, porque prácticamente no hay guiso que no la lleve, aunque sea poquitica.
Eso es así desde hace por lo menos cinco mil años, cuando en China comenzaron a cultivarla asiduamente y después, cuando los egipcios la incluyeron en la dieta de los obreros de sus pirámides, con el ajo y el rábano. El cultivo se extendió de Asia al mundo entero porque acepta variedad de suelos y climas, es fácil de transportar y perdura mucho tiempo en buen estado.
Es decir, es un cultivo básico y de ahí que se las recomiende para su huerto, así sea mínimo. Porque no forzosamente tienes que cultivar cebollas grandes, en la misma familia están los cebollines y las cebolletas, que son las mismas cebollas recogidas antes de madurar.
Y están las chalotas o cebollas francesas, que forman una agrupación de bulbos que no pesan más de 50 gramos.
Necesitas una tierra enriquecida con mucho compost, 15 a 23 C ° y de 6 a 8 horas de sol. Haz un semillero y luego trasplantas a la maceta que por lo menos debe tener 15 centímetros de profundidad. Germina en 21 días, tiempo un poco largo para jardineros impacientes, por eso las cebollas retoñadas del super son una super opción, tiene la mitad del mandado hecho.
El cultivo dura entre dos y media y cinco semanas. Quince días antes de cosechar, deja de regar la planta. Las hojas se secan y el bulbo queda listo para sacarlo de la maceta.
Es un final perfecto. Así siempre tendrás con qué sazonar pizzas, hamburguesas y sándwiches.