Hubo un primero que miró hacia el cielo o hacia el suelo, da igual, y se dio cuenta de nuestra triste realidad: somos mortales, algún día yo no habré de estar, estos huesos serán polvo con el tiempo, volverán a la tierra, etc.
Ese hombre o mujer, vaya usted a saber, no pudo con tamaña verdad, así que la tuvo que comunicar, con su rudimentario lenguaje:
- Somos mortales, tan solo ayer me di cuenta - le dijo al que iba al lado, acarreando algún saco de cereal.
- ¿Cómo así que somos mortales?
- Sí, vamos a morir, hoy, mañana, más t...