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De repente despiertas, medio ahogada y estás en un lugar desconocido, podría decirse que hostil, aunque todos a tu alrededor intenten que estés lo más confortable posible.
No sabes si llorar, gritar, forcejear.
Sensaciones olvidadas que resurgieron en una conversación reciente.
Yo contemplaba enternecida a los invitados a una bella celebración.
Los más grandecitos retozando en una piscina de pelotas y los más pequeños, gateando en la alfombra.
Sumida en los vapores de esa especie de trance que algunos ...