Después de escuchar varios ruidos raros, decidió levantarse tomando el bate de béisbol que guardaba bajo la cama. Evitó hacer ruido, así que ni siquiera se calzó las sandalias para no despertar a Elvira. Se encomendó con una cruz temblorosa que chocó con su mano el mentón cuando terminaba de persignarse en su hombro derecho. El pasillo parecía más oscuro de lo que solía ser en las noches cuando iba a la cocina a buscar agua entrada la madrugada. Se ayudó con el marco de la puerta, tanteó con sus dedos la pared del pasillo y descubrió el frío de...