Gente que Cuenta

Isabel viendo reír a Caracas – Francisco Olivares

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“En Caracas alrededor de 1987. Esta foto me trae tantos buenos recuerdos de mi tiempo en Venezuela”

Desde la memoria, Isabel Allende sigue mirando la risa del caraqueño como uno de los grandes valores de un pueblo al que no le costó amar cuando fue una de los tantos refugiados que llegaban por miles desde el sur de Latinoamérica y en especial desde Chile, quienes como ella se vieron obligados a huir del terror implantado por el general Augusto Pinochet.

Ha expresado que lo que más recuerda de Venezuela es la alegría de la gente, la manera de hablar, esos chistes políticamente incorrectos que no puedes decir en Estados Unidos, ese humor generoso. “El que recuerdo de los venezolanos no tenía crueldad. Es reírse porque la vida es alegre. Una época muy linda, donde todo era hermoso”.

Con pena infinita ve a millones de venezolanos que han dejado ese país excepcional. “En los años 70, cuando llegué a Venezuela como refugiada ya habían llegado miles de inmigrantes del Cono Sur que buscaban asilo o oportunidades en una Venezuela que ofrecía mucho. Y ese país los recibió con los brazos abiertos. Ahora le toca a los venezolanos irse y en muchas partes no son recibidos como recibieron a personas de otros países. Vivimos una época en la que hay un sentimiento global antiinmigrantes. Solo espero que esto termine, que puedan volver a su país y que Venezuela comience a levantarse”.

... el tiempo que un refugiado pasa fuera de su país es de 17 a 25 años

Conocí a Isabel Allende cuando tenía varios años como exiliada en Caracas. Tuve la oportunidad de participar en una entrevista que se le hizo en su modesto apartamento ubicado en la urbanización La Florida, en Caracas. Presumo que sería por allí en los años 1982-83; recién había sido publicado su primer libro “La Casa de los Espíritus”.

Explica que el tiempo que un refugiado pasa fuera de su país es de 17 a 25 años. “Si no vuelves pronto, ya no vuelves, porque pasan los años, lo hijos crecen en otras partes, y regresas a un país donde ya no tienes hueco. Tengo amigos venezolanos que adoro, que nunca van a volver, lo perdieron todo, y sus hijos y nietos ya no están en el país”.

Isabel no regresó a su patria, pero sus exitosas novelas y sus historias llevan el arraigo de su país natal. Eso lo comienzo a ver entre mis amigos, periodistas y escritores venezolanos que han comenzado una nueva vida en otros países. En la distancia viven ligados a esta tierra. La alegría, el humor y la comida que recuerda Isabel está ahora dispersa en los cinco continentes con sus las historias con la raíz irrepetible en otras tierras.

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Francisco Olivares
Periodista. Ha trabajado en diversos medios venezolanos dirigiendo equipos de investigación. Ha escrito varios libros que refieren al proceso sufrido por Venezuela estos 22 años como Afiuni: la presa del comandante; Los últimos días de Hugo Chávez, Las balas de abril y Las cuentas ocultas.
folivares10@gmail.com

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