Gente que Cuenta

La génesis fue el pigmento (parte III), por Tomás González

Manuel Cabré. Sol en los cerros. 1919
Manuel Cabré. Sol en los cerros. 1919. Colección GAN, Caracas, Venezuela.

El Ávila se extiende de este a oeste, a diez grados y medio del Ecuador. La montaña se convierte en el motivo preferente de los pintores del Círculo de Bellas Artes. Desde ángulos y gustos distintos, se concentran a semejanza de lo que sucede con una cámara fotográfica, en magnificar el espacio y profundizar la distancia. El compromiso de fidelidad con la naturaleza para pintar con la más estricta exactitud la exuberancia, los colores y la espesura de la montaña,  es el principio que los rige.

Pedro Ángel González. El Ávila desde el puente Canoa. 1924. Colección GAN Caracas Venezuela.
Pedro Ángel González. El Ávila desde el puente Canoa. 1924. Colección GAN, Caracas, Venezuela.

Sin embargo, aún son tímidos en el registro pictórico de la naturaleza. Llevaban a cuesta el peso del academicismo decimonónico, y les falta una guía para seguir el camino de la experimentación.

Luis Alfredo López Méndez. En el taller del Artista en Prados del Este Caracas. 1974. Fotografía de Paolo Gasparini. Archivo Fotografía Urbana.
Luis Alfredo López Méndez. En el taller del Artista en Prados del Este, Caracas. 1974. Fotografía de Paolo Gasparini. Archivo Fotografía Urbana.

 El maestro Luis Alfredo López Méndez recordaba muchos años después que: “La naturaleza venezolana no había existido hasta entonces sino en algunos rincones de los grandes plafones heroicos de Tovar y Tovar. Pero ahí estaban los insumisos paisajistas del Círculo de Bellas Artes (…) para avecinar la pintura a la subsistencia y los seres de la tierra. El Cerro El Ávila, el Valle de Caracas, el Mar Caribe, los araguaneyes, los bucares, los cocoteros, la geografía venezolana y el hombre venezolano nacen entonces para nuestra pintura”.

Rafael Monasterios. Vista de Canoabo. 1925. Colección FOGADE Caracas Venezuela
Rafael Monasterios. Vista de Canoabo. 1925. Colección FOGADE, Caracas, Venezuela.

Los años de gomecismo fueron muy duros para todos los pintores. Los más febriles políticamente, atacaron al régimen y terminaron en el exilio. Otros, los más callados se reservaron sus opiniones políticas y resistieron en el país, haciendo otros trabajos distintos a su oficio y realizando excursiones por toda la geografía nacional en ese esfuerzo de no perder la observación directa de la naturaleza.

Cesar Prieto. Calle de pueblo. Circa 1930. Colección privada Caracas Venezuela
Cesar Prieto. Calle de pueblo. Circa 1930. Colección privada, Caracas, Venezuela

El registro pictórico de estos años de Rafael Monasterios y Cesar Prieto, da cuenta de ello. Otros se arroparon a la sombra del régimen para conseguir una beca de perfeccionamiento de la técnica en París.

Samys
Samys Mützner. Paisaje de Margarita. 1918. Colección CONAC, Caracas, Venezuela.

La presencia de tres artistas llegados al país, revitalizaron y dieron nuevas luces a muchos de los pintores activos en la Caracas de esa época, estos fueron el pintor  rumano Samys Mützner (1869-1958), el ruso Nicolás Ferdinandov (1886-1925) y el caraqueño Emilio Boggio (1857-1920), que aunque nacido en Caracas, había realizado toda su obra en París.

Emilio Boggio. Claro efecto otoñal en Auvers. 1910. Colección privada París.
Emilio Boggio. Claro efecto otoñal en Auvers. 1910. Colección privada París.

 La presencia de los tres pintores, con breves permanencias en Caracas y Margarita, produjo un evento de influencias simultáneas con el resultado del reforzamiento de la técnica paisajística que había florecido de la Escuela de Caracas.

Nicolás Ferdinandov. Pescadores de perlas en Porlamar. 1918. Colección GAN Caracas Venezuela.
Nicolás Ferdinandov. Pescadores de perlas en Porlamar. 1918. Colección GAN, Caracas, Venezuela.

De Mützner y Ferdinandov adquieren la libre interpretación de la naturaleza, multiplicando así las capacidades creativas que los sacan del estancamiento. Y a través de Boggio, tienen la oportunidad de ver y analizar directamente, no a través de reproducciones, la técnica del impresionista.

Reverón 1

En la pintura de Armando Reverón es donde encontramos irrenunciablemente estos rasgos. La influencia impresionista de Mützner y Boggio, pero sobre todo la impronta de Ferdinandov, quien le enseñó el aprecio por el azul. El azul del fondo marino, el azul que se batía contra la arena del litoral, el azul del paisaje de La Guaira, lugar que escogió para vivir después de una tarde de fiesta en Caraballeda.

Armando Reverón. Fiesta en Caraballeda 1920. Colección GAN Caracas Venezuela
Armando Reverón. Fiesta en Caraballeda, 1920. Colección GAN, Caracas, Venezuela.
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Tomás González (Coro, 1980). Médico oftalmólogo especialista en Glaucoma (UCV), Magíster en Historia de Venezuela (UCAB) y coleccionista de Arte Venezolano. Email: tgonzalez3000@yahoo.es

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