Gente que Cuenta

La rana y el alacrán bancario – Victorino Muñoz

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El escorpión y la rana
Welch
s/f

Seguro ustedes conocen la fábula la rana y el escorpión (o el alacrán):

Un escorpión (o alacrán) le pide a una rana que lo cargue sobre la espalda para poder cruzar el río. La rana recela, pero el alacrán (o escorpión), le promete no hacerle ningún daño, aclarando incluso que sería absurdo de su parte proceder así, pues ambos se ahogarían. La rana se convence; pero, en el medio del río, el alacrán hace exactamente lo que dijo que no haría. La rana, ya ahogándose, pregunta: “¿por qué me pinchaste con tu aguijón? Ahora moriremos los dos“. El escorpión le explica: “es mi naturaleza “.

Uno de esos inciertos profetas de la nueva era hiló una continuación de la saga de la rana. Algo así:

El maestro vio cómo el alacrán se estaba ahogando y decidió sacarlo del agua; pero cuando lo hizo, el alacrán también lo picó (ya se sabe que los alacranes no distinguen entre ranas y maestros). Al reaccionar por la picada, el maestro soltó al bicho, que cayó al agua y siguió ahogándose (se le recuerda al público lector que los alacranes, por lo menos los de las fábulas, no saben nadar, sólo pinchar). El maestro lo intentó otra vez y de nuevo el alacrán lo picó. El discípulo (todo maestro tiene un discípulo, o no sería maestro) que estaba observando le dijo: “Maestro, ¿no entiende que cada vez que intente sacarlo del agua lo picará? Es su naturaleza”. El maestro respondió: “La naturaleza del alacrán es picar, pero la mía es ayudar”. Y valiéndose de un palito, salvó al lindo alacrancito.

A veces me dan ganas de dejar de ser tan rana…

Seguro ustedes están pensando lo mismo que yo: ¿y la pobre rana? ¿Dónde estaba el maestro cuando el alacrán propuso ese trato tan deshonesto? ¿Por qué el maestro no evitó la muerte de la rana? ¿Por qué ayudó al alacrán? ¿Será que es Banquero o es miembro del Fondo Monetario Internacional?

Hoy día los bancos funcionan más o menos de esa manera. Les prestan el dinero de los ahorristas a las personas que ya tienen dinero. Y cuando éstas no pueden o no quieren pagar, los bancos renegocian con ellos, llegan a acuerdos, establecen contratos, refinancian, les proponen planes que incluyen despedir a los empleados (sólo ranas de ese lado), para reducir gastos, porque pobrecitos los alacrancitos.

Luego de estas acciones, los heroicos maestros vienen a predicarnos lo importante que es salvar a los alacranes, porque ellos sostienen la economía, ya que si los alacranes no contrataran ranas para pasarlos al otro lado del río, habría gran desempleo. Claro, de vez en cuando tiene que morir alguna rana, porque así es la economía y así es la vida, en su versión neoliberal.

A veces me dan ganas de dejar de ser tan rana.

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Victorino Muñoz
valenciano, autor de Olímpicos e integrados, ganador del Concurso de Narrativa Salvador Garmendia del año 2012 y Página Roja, publicado en la colección Orlando Araujo en el año 2017.
Foto Geczain Tovar

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